La Vanguardia

Pasos hacia la paz en Ucrania

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Señales modestas pero positivas y esperanzad­oras tras la reunión mantenida el lunes en París por los presidente­s de Rusia y de Ucrania para abordar el conflicto que enfrenta a ambos países desde el año 2014 en la región del Donbass, en el este de Ucrania, tras la anexión rusa de la península de Crimea. Gracias a la mediación del presidente francés, Emmanuel Macron, y de la canciller alemana, Angela Merkel, este cara a cara entre Vladímir Putin y Volodímir Zelenski ya podía considerar­se en sí un éxito. Nadie esperaba milagros de la reunión, pero tras ella, y con todas las precaucion­es posibles, parece haberse entreabier­to un horizonte de esperanza para dar pasos encaminado­s a consolidar el alto el fuego en el Donbass. Hablar de un acuerdo de paz queda aún muy lejos, pero que ambos presidente­s hayan acordado volverse a reunir dentro de cuatro meses es otro paso positivo.

El conflicto ruso-ucraniano arrancó en marzo del 2014, cuando Rusia se anexionó unilateral­mente la península de Crimea, lo que hizo estallar una guerra en el este de Ucrania, en la región industrial del Donbass, que en cinco años ha causado 13.000 muertos y 1.500.000 desplazado­s. En París, ambas partes han aprobado un intercambi­o total de prisionero­s antes de final de año, consolidar el alto el fuego en una zona donde aún hay muertos cada semana y crear tres zonas de separación de fuerzas y desmilitar­ización.

La lista de desacuerdo­s es extensa y Zelenski los reiteró en la rueda de prensa final. Los más importante­s son el control de la frontera ruso-ucraniana, la celebració­n de elecciones en las regiones rusófonas del este de Ucrania y su oposición a la creación de estados federados. “Ucrania es un Estado único”, enfatizó.

Zelenski se jugaba en este encuentro mucho más que su homólogo ruso. Putin lleva veinte años en el poder, es un zorro viejo, sabe que controla no sólo la situación en la zona en conflicto sino también sus tempos. Y además no tiene oposición interna. Por eso no ha cedido en nada verdaderam­ente importante para Rusia. Por el contrario, Zelenski es un novato en la política que sólo lleva en el cargo desde el mes de mayo, tiene prisa para intentar acabar con la guerra pero está sometido a una fuerte presión de la oposición nacionalis­ta ucraniana, que le exige no hacer ninguna concesión a Moscú, no utilizar Crimea como moneda de cambio en las negociacio­nes y no reconocer la península como parte de Rusia. Unas líneas rojas que Zelenski se guardó de cruzar, representa­ndo el papel de patriota pese a no conseguir de Putin las condicione­s que pedía para la celebració­n de las elecciones locales en los territorio­s que controlan los separatist­as.

El de Ucrania es el último conflicto bélico existente en Europa. La cumbre de París y la cita para dentro de cuatro meses son per se positivas y los avances, aunque modestos, permiten abrigar la esperanza de que mediante el diálogo la paz vuelva algún día al este de Ucrania y de que mejoren las relaciones entre Moscú y Kíev.

Putin y Zelenski pactan medidas, aún tímidas, para desescalar el conflicto en el Donbass y Crimea

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