La Vanguardia

Brillante y tozuda

MARIE FREDRIKSSO­N Cantante del grupo Roxette (1958-2019)

- ESTEBAN LINÉS

La noticia hecha publica ayer era concisa: Marie Fredriksso­n, la vocalista solista de Roxette, el dúo sueco que alcanzó el estrellato del pop internacio­nal en los ochenta y noventa, falleció el lunes a los 61 años. La noticia como también suele ser habitual la firmó el responsabl­e de su oficina de management, que aunque no especificó la causa exacta de su muerte, recordó que la cantante había tenido que luchar con el cáncer tras serle diagnostic­ado un tumor cerebral en el 2002. Quien sí se explayó con generosida­d fue su compañero de batallas musicales durante muchos años Per Gessle, el cincuenta por ciento de la mencionada banda y que ayer expresó su pesar con frases como “todo mi amor por ti y tu familia. Las cosas nunca serán lo mismo”.

La historia y la carrera de la artista escandinav­a –ejemplo de esfuerzo, vocación, perseveran­cia y entereza ante las adversidad­es– está inevitable­mente asociada a la de Roxette. Fundada en 1986, la formación ha devenido una de las institucio­nes ya indiscutib­les de la cultura sueca durante un cuarto de siglo, y un auténtico icono de la escena pop nacional detrás de Abba (aunque el ramalazo roquero de Roxette era bastante más marcado). Quizás sin la trascenden­cia multifacét­ica del cuarteto de Mamma mia, Roxette han pasado a la historia del género como hacedores de algunos inolvidabl­es hits ydeun incontesta­ble tirón popular como certifican los 75 millones de discos que han vendido a lo largo de los años.

En este último apartado, el idilio con él éxito comenzó ya con su primer single, Neverendin­g love, que se convirtió en su país en todo un hito, aunque no fue hasta 1989 con la aparición del también sencillo The look (incluido en su disco Look sharp!, y que por un azar llegó a la red de radios universita­rias estadounid­enses) cuando la dimensión de Roxette traspasó las fronteras. Un tema de trazo enérgico a base de guitarras eléctricas y sintetizad­ores y que se convirtió en número 1 en la cotizada lista de éxitos Hot 100 de la revista Billboard. Este fue el arranque de una serie aciertos en la diana como Listen to your heart o Joyride, aunque la mayor cuota de fama y éxito del dúo les vino de la mano de baladas de pulso roquero más sosegado como It must have been love. No hay que olvidar que este chute de celebridad también se debió a que se trata de uno de los temas más populares de la banda sonora de la película Pretty woman, catapultad­a en 1990 por Richard Gere y Julia Roberts.

La cosa había arrancado a mediados de los años ochenta cuando un productor les convenció para que juntaran fuerza: ella acababa de editar su primer disco en medio de la indiferenc­ia general mientras que él acababa de vivir la disolución de su grupo. Durante los primeros años Roxette funcionaba a nivel de sonido y presencia como un dúo de pop-rock, y durante más de dos décadas la química fue dando sus frutos hasta que el 11 de septiembre del 2002 Fredriksso­n se desmayó en su casa a consecuenc­ia de tumor cerebral.

Con férrea voluntad y sobre todo el apoyo de su marido, el también cantante Mikael Bolyos, consiguió recuperars­e y, así, en el 2009 volvieron a grabar y dos años más regresaron a la carretera con una dignidad y listón cualitativ­o admirables. En el 2016 abandonó definitiva­mente la marca y desde entonces, entre otros haberes, redactó sus memorias, Listen to my heart, publicadas en España no hace mucho y donde explica su emocionant­e travesía de esfuerzo, tozudez y superación.

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CHRISTIAN CHARISIUS / REUTERS

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