La Vanguardia

La historia de Ansu Fati

El canterano deshace el empate y ya es el goleador más joven de la Champions

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Milán Enviado especial

Apenas llevaba un minuto en el campo cuando hizo historia. Apenas si había tocado el balón cuando Luis Suárez le dejó uno en la frontal. Ansu Fati no se lo pensó y, con toda naturalida­d y puntería, encontró la red con un tiro cruzado. El niño barcelonis­ta se convertía así en el goleador más joven de la historia de la Champions a los 17 años y 40 días superando a Ofori-quaye, que lo logró con 17 años y 195 días. Unas jornadas después de mejorar su contrato Fati lo celebraba dando el triunfo al Barcelona en Milán. Lo festejó como si nada, con toda la tranquilid­ad del mundo. Pero hizo algo para recordar, como todo lo que le está ocurriendo desde finales de agosto.

Un Barça de suplentes no sólo dio la cara sino que ganó y dejó en la cuneta al Inter. No se jugaban nada pero los menos habituales hicieron méritos. Como el portero Neto, que en su primer día realizó intervenci­ones brillantes. O Aleñá, que disfrutó literalmen­te del partido. O Carles Pérez, que abrió el marcador. El Barça se impuso con dos goles canteranos. La Masia sonrió en Europa gracias a él y a Fati, para el que todo sigue yendo muy rápido.

Se esperaba una alineación experiment­al. Lo que era menos previsible es que Valverde apostara por un cambio de sistema. Con Messi en Barcelona y Suárez en el banquillo el entrenador decidió colocar a tres centrales como Todibo, Umtiti y Lenglet y sólo dos hombres en punta, Griezmann y Pérez, ambos con mucha libertad. Era un once con siete cambios, con el debut de Neto y con dos estrenos en la Champions, los de Carles Pérez y Todibo. Una puesta de largo en el Giuseppe Meazza que tuvo su gracia. Valverde le había pedido a sus jugadores una actuación competitiv­a y entre los que querían exponerse por si encuentran una salida en invierno y los que rezumaban ilusión por verse ante una oportunida­d en un estadio de postín, lo cierto es que el Barcelona entró con muy buenas intencione­s.

Claro que se notaba que el partido era un laboratori­o para ellos y se producían desajustes, falta de sincroniza­ción y algunas pérdidas absurdas. Esos errores eran los que aprovechab­a el Inter para presionar y desplegars­e como una centella. Nada mejor para hacerlo que su pareja atacante, lo mejor de su equipo. Lautaro y Lukaku se entienden con los ojos cerrados, descargan balones, luchan lo indecible, son verticales y no paran de ser una amenaza.

Antes de que Carles Pérez avanzara al Barça, Lukaku gozó de una enorme ocasión. Si no hubiera sido por un desvío providenci­al de Len

COMO UN RAYO

Sólo llevaba unos instantes en el campo cuando Fati halló la red a los 17 años y 40 días

MERITORIOS CON NOTA ALTA

Carles Pérez avanzó al Barcelona de los suplentes, que dieron siempre la cara y dejaron en la cuneta al Inter

glet el primer tanto interista habría subido al marcador. También Biraghi y Lautaro probaron fortuna y se encontraro­n con un Neto atento.

Los suplentes se esforzaban. Todibo, lento y a veces blando, como en el 1-1, pero con zancada elegante a la hora de avanzar con la pelota. Neto se mostraba seguro con los pies y transmitía empaque. Mientras, Aleñá tenía música en sus botas con algunos detalles de finura que enseñaron su excelente nivel técnico. Los ojeadores que estuvieran siguiendo el partido seguro que tomaron buena nota. Porque de Arturo Vidal no hay nada ya que pueda sorprender. El chileno asistió a Pérez en el tanto que avanzó al Barça tras un balón filtrado por Griezmann. El catalán remató con la izquierda y superó a Handanovic. Primer día en la máxima competició­n y gol. No podía pedir nada más.

El 0-1 puso de los nervios al público. Fueron minutos en que el Inter se desordenó y cometió fallos infantiles, como dejar una pelota muerta en el área en un córner. Lenglet perdonó el segundo y, con todo a favor, remató fuera.

El Inter, también pendiente de lo que ocurría en Dortmund, no tenía más remedio que ir hacia arriba. No necesitaba mucho. Sólo empujar, achuchar y enviar balones para que se buscaran la vida Lautaro y Lukaku. Como uno en que el argentino le ganó la partida al bisoño Todibo para conectar con el belga. Lukaku dio en la diana, aprovechan­do que Neto estaba tapado por un mar de piernas.

Empataba el Inter. El Barça estaba batiéndose el cobre con mucha dignidad pero restaba por ver si mantenía el tono ante un equipo tan necesitado y ardoroso como el lombardo. En este sentido, el paso de los minutos podía castigar al Barça, con futbolista­s poco acostumbra­dos a completar partidos. Pese a ello, Griezmann se topó una buena intervenci­ón de Handanovic. Aunque para parada la de Neto, a quemarropa, a disparo de Lukaku. El segundo del Inter parecía ir mascándose, dos goles bien anulados incluidos, y Valverde retiró a Griezmann y Rakitic, que ejerció de capitán, para recurrir a De Jong y Luis Suárez.

Pero fue Fati el que reventó al Inter al marcar al final y clavar su bandera en el partido. El chaval puso su nombre en la Champions y convirtió San Siro en un funeral deportivo. El Barça sumó su sexta victoria seguida y va lanzado hacia medirse a la Real y el Madrid.

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ISABELLA BONOTTO / AFP Ansu Fati, que marcó el 1-2 cuando llevaba un minuto en el terreno de juego, celebra su histórico gol con Todibo
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