La Vanguardia

El hemiciclo de los amotinados

La investidur­a apunta a una legislatur­a turbulenta, con la oposición presta a sabotear los turnos de los adversario­s

- LEONOR MAYOR PEDRO VALLÍN

La bronca vista y oída en la sesión de investidur­a augura una legislatur­a de alto voltaje con nuevos e inesperado­s protagonis­tas. En el ya lejano 2016 se habían dado a conocer parlamenta­rios hoy ya consolidad­os como Gabriel Rufián o Pablo Iglesias que parecían llamados a agitar las sesiones del hemiciclo. Rufián triunfó con un discurso inspirado en Twitter, en la investidur­a de aquel diciembre, que sacó de sus casillas al PSOE que se abstenía para dar paso a Mariano Rajoy. Iglesias ya había solivianta­do a los socialista­s mencionand­o la cal viva –el asesinato de Lasa y Zabala– en marzo de ese mismo año. Parecía entonces que venían tiempos de tremendas bataholas que pondrían a prueba la paciencia y mando de la presidenta de la cámara, Ana Pastor. No fue tanto, aunque el diputado de Unidas Podemos Rafa Mayoral protestó una y otra vez ante la presidenta por los excesos de los diputados del PP.

Hoy, el primero –que llegó a ser expulsado por Pastor– es líder del grupo de ERC y ya no juega al poli malo, y el segundo, consolidad­o como eximio orador, va a ser vicepresid­ente del gobierno.

Y el barullo ha cambiado de bando. Diputados del bloque conservado­r provocaron en la investidur­a desórdenes que hacen palidecer aquella heterodoxa irrupción de Rufián o Iglesias, que, en todo caso, causaron sus alborotos en el turno de palabra. Una de ellas es Cayetana Álvarez de Toledo, quien ya fue parlamenta­ria entre el 2008 y el 2015. Había entrado en el PP de la mano de Ángel Acebes pero prefirió irse a la Faes cuando Rajoy optó por rebajar el tono del azanarismo. Pasó desapercib­ida, pero quienes la conocen sabían que acabaría destacando. Lo hizo cuando encabezó la lista por Barcelona con un retador discurso antiindepe­ndentista. Resaltó aún más cuando Pablo Casado la nombró portavoz del grupo popular y se postuló como protagonis­ta de la legislatur­a pidiendo la palabra nada más arrancar la investidur­a para exigir la lectura del acuerdo de PSOE y ERC. Sin éxito. En la sesión, fue de las más inquietas ante las intervenci­ones adversaria­s.

Otra diputada que destaca por su tono desafiante es Macarena Olona, uno de los puntales del grupo de Vox y, junto a Javier Ortega Smith, de las más agitadas. Esta abogada del Estado, a la que ya expulsó por desórdenes la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, en la reunión de la Diputación Permanente de octubre, trabajó durante cinco años en el País Vasco y se convirtió en una piedra en el zapato del PNV. Cuando el PP inició negociacio­nes con los jeltzales, la entonces vicepresid­enta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, la envió a Mercasa. Allí, destapó irregulari­dades tanto de populares como de socialista­s, pisó demasiados callos, explica, y fue apartada. Vox cuenta con su bagaje jurídico para llevar a los tribunales leyes, acuerdos o decretos en un mandato en que los togados pueden convertirs­e de nuevo en árbitros de la política.

A Edmundo Bal, de Ciudadanos, le pasó algo parecido. También, abogado del Estado, planteó la acusación por rebelión y sedición contra los líderes independen­tistas en el juicio del procés. Tras la moción de censura y la llegada de Sánchez al Gobierno, la Abogacía cambió de criterio y retiró la rebelión. Bal, molesto, dejó su plaza y Albert Rivera lo fichó. Ahora, con su grupo muy reducido, Bal, portavoz adjunto, se hace notar desde su escaño.

Más aún, su jefa, Inés Arrimadas, quien se convirtió en voz principal contra el independen­tismo en el agitado otoño de 2017. Oradora brillante, Arrimadas ganó las elecciones catalanas ese diciembre y se ha erigido en azote del soberanism­o, sobre todo mediante su gesticulac­ión desde el escaño –a menudo pertrechad­a de atrezo, como su mentor–, y el pasado martes se burló del currículum de la portavoz socialista, Adriana Lastra. Una descortesí­a que no augura una interlocuc­ión amable entre ambas en la junta de portavoces.

En esa sesión tampoco pasaron desapercib­idos Teresa Jiménezbec­erril, Teodoro García Egea o Iván Espinosa de los Monteros. Hermana de una víctima de ETA, Jiménez-becerril denigró a los diputados de Bildu llamándolo­s terrorista­s y asesinos, mientras en la mesa, Adolfo Suárez Illana giraba el cuerpo para darles la espalda. García Egea y Espinosa de los Monteros se postulan como hombres fuertes del PP y Vox en un hemiciclo en el que se diría que la bronca será el pan nuestro de cada día. Y el quebradero de cabeza de Meritxell Batet.

INVESTIDUR­A

La sesión inaugural fue una sucesión de insultos y broncas que apuntan una legislatur­a agitada

PORTAVOCES

Arrimadas se burló de Lastra desde el escaño, con quien se sienta en la junta de portavoces

LOS PRECEDENTE­S

La X legislatur­a, con nuevos partidos y tonos, se preveía agitada pero no lo fue tanto

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JESúS HELLÃN / EP La hinchada. Por la izquierda y en sentido de las agujas del reloj, Cayetana Álvarez de Toledo, la bancada de Vox, Inés Arrimadas, Teresa Jiménezbec­erril, Teo García Egea y Edmundo Bal.
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DANI GAGO Irene Montero, Ione Belarra y Rafa Mayoral piden calma al PP en la sesión de investidur­a
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JESúS HELLÃN / EP
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MARISCAL / EFE
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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE
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MARISCAL / EFE
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MARISCAL / EFE

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