La Vanguardia

De los convenios al despido, y el SMI

- / Alicia Rodríguez de Paz

El gobierno de Sánchez nace con el compromiso de desmontar líneas fundamenta­les de la reforma laboral de Rajoy. Supera de largo los retoques impulsados por Magdalena Valerio que estuvieron en un tris de aprobar antes de que convocaran elecciones. Ahora el planteamie­nto es algo distinto. Para empezar los cambios en el marco laboral estarán comandados por una dirigente de Unidas Podemos, la abogada laboralist­a Yolanda Díaz.

El acuerdo y, además de la compleja negociació­n de un nuevo Estatuto de los Trabajador­es, ofrece cambios normativos en dos tiempos. Los más urgentes serán la derogación del artículo que permite el despido por absentismo reiterado debido a bajas por enfermedad, así como la eliminació­n del límite de un año de vigencias para los convenios en negociació­n y de la prioridad del convenio de empresa sobre el sectorial.

En el segundo paquete figuran otras modificaci­ones relacionad­as con la negociació­n colectiva, la modificaci­ón de las condicione­s de trabajo y, sobre todo, con la contrataci­ón y el despido –como la autorizaci­ón administra­tiva para los ERE – plantean serias dudas sobre si recibirán el apoyo incluso de socios parlamenta­rios como el PNV. Por no hablar de la oposición adelantada ya por las organizaci­ones empresaria­les. La patronal también rechaza nuevos aumentos en el salario mínimo (SMI), mientras los partidos de la coalición defienden llegar a unos 1.200 euros en el 2023.

Por su parte, CC.OO. y UGT ven estos cambios como elementos imprescind­ibles para poner freno a la precarieda­d laboral y el desigual reparto de la riqueza. Y la CEOE, por boca de Garamendi, advierte del riesgo de que complique aún más la desacelera­ción. Mientras, los expertos se lamentan amargament­e de que no se ha evaluado con rigor cómo afectó al mercado laboral la reforma del 2012 o la subida del SMI hasta los 900 euros de este año.

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