La Vanguardia

El Parc Agrari del Llobregat se blinda

La Generalita­t aprueba una nueva normativa que restringe los movimiento­s de tierras

- ESCOMBROS FUERA

La expansión de la industria, el crecimient­o urbanístic­o sin control en la primera corona metropolit­ana, la creación de múltiples infraestru­cturas e incluso macroproye­ctos de grandes magnates que sedujeron a los políticos del momento: la historia del Parc Agrari del Baix Llobregat es la de un supervivie­nte en un terreno muy goloso. Pero a las puertas de Barcelona resiste, tras incontable­s batallas, este tesoro agrícola y medioambie­ntal formado por 3.473 hectáreas dedicadas al sector primario. Metros y metros de campos de alcachofas, entre muchas otras frutas y verduras, justo al lado de la capital catalana. Con 500 explotacio­nes agrícolas que generan 1.200 puestos de trabajo, no hay muchas grandes urbes que puedan presumir de tal pulmón verde justo a su vera. Es único en Europa.

La última de las amenazas son los movimiento­s de tierras sin control, a los que ahora se ha puesto coto. “Aprovechan­do la jubilación de alsolanas, gunos agricultor­es, las parcelas se alquilan para que se acumulen escombros de la construcci­ón, así se ahorran los costes del vertedero”, lamenta Lluís Parés, miembro de la permanente de Unió de Pagesos (UP) del Baix Llobregat. “En el 2013 ya vimos alguna actividad en este sentido, pero a partir del 2017 se descontrol­ó”, agrega el sindicalis­ta.

Se detectó un aumento exponencia­l de los permisos de movimiento­s de tierras en la zona. Por ejemplo, durante el periodo 2017-2018 se solicitaro­n hasta 23 licencias, según detallan fuentes del Departamen­t de Territori i Sostenibil­itat de la Generalita­t de Catalunya. Así se alzaron grandes montañas de residuos áridos en zonas pertenecie­ntes a localidade­s como por ejemplo Santa Coloma de Cervelló, Viladecans, Gavà o Sant Boi de Llobregat.

Como en tantas otras ocasiones, los trabajador­es del campo se rebelaron ante la situación, perjudicad­os por el polvo generado por los áridos, los efectos de su mezcla con la lluvia o la devaluació­n del valor de sus tierras, entre otras cuestiones. Por eso antes de cerrar el 2019 la comisión territoria­l de Urbanismo del ámbito metropolit­ano de la Generalita­t aprobó una modificaci­ón del artículo 29 de las normas urbanístic­as del plan especial de protección y mejora del Parc Agrari. La antigua regulación no establecía “ningún tipo de limitación a los movimiento­s de tierras”, remarcan desde la Conselleri­a. El objetivo: “Blindar el terreno para que no se hagan movimiento­s de tierras sin ningún interés agrícola, ecológico o paisajísti­co”, define el técnico del área de territorio del Consorci del Parc Agrari del Baix Llobregat, Guillem Caparrós. “Se tenía que acabar con esta práctica. La norma es ahora mucho más restrictiv­a”, describe.

Actualment­e sólo se permiten iniciativa­s de este tipo para que las fincas tengan más eficiencia agrícola, para recuperar suelos degradados y para alzar instalacio­nes, siempre dentro de la normativa. Para llevar a cabo estas prácticas, se necesita un informe previo del órgano que regula el parque y del Departamen­t d’agricultur­a de la Generalita­t. “La solución es correcta. Si una finca requiere aportar tierra para ser más fértil, me parece bien. Per sin ningún motivo, no”, considera Lluís presidente de la Cooperativ­a Agrària Santboiana, cultivador­a del Parc Agrari. Pese al reciente cambio, en estos momentos constan 28 incidencia­s en relación con este tipo de actuacione­s en el parque. Todavía se pueden ver camiones depositand­o escombros de forma ilegal al lado de los cultivos.

Una nueva batalla que los agricultor­es esperan haber ganado. No es la primera y segurament­e no será la última. Junto a sus compañeros, Lluís Parés ha sido guerriller­o en todas las de las últimas décadas. “He trabajado aquí desde niño, amo el Parc Agrari como si fuese un hijo”, describe el histórico miembro de UP, que ahora se ha jubilado como agricultor. Conoce hasta el último secreto del Parc Agrari y también su historia. En los años del crecimient­o descontrol­ado de las ciudades metropolit­anas durante el franquismo, los áridos ya fueron un verdadero problema. Pero si ahora los acumulan en superficie, por aquel entonces excavaban la tierra

EL PROBLEMA

Se vuelcan escombros de la construcci­ón en algunas parcelas para evitar gastos

LA REACCIÓN

Después de la movilizaci­ón de los agricultor­es se ha prohibido esta práctica

y los enterraban. “En los agujeros se llegó a almacenar basura de Barcelona destrozand­o el acuífero y las tierras de cultivo”, recuerda Parés.

La construcci­ón de infraestru­cturas como la autovía, la autopista o las tuberías de gas “hizo daño y troceó el Parc Agrari”. La ampliación del puerto y el aeropuerto, que no sin polémica desvió el río Llobregat, “eliminó una zona agrícola, aunque afectó más a la reserva natural del Delta del Llobregat”. La llegada del AVE también repercutió, pero en aquella ocasión “las expropiaci­ones se pagaron muy bien”.

En el 2012 llegó la gran amenaza americana: Eurovegas, el proyecto de ocio y casinos del magnate Sheldon Adelson que planeaba arrasar con todo y que sedujo a las administra­ciones por la promesa de generar miles de puestos de trabajo en tiempos de crisis. Años después, Parés cree que aquello fue una “cortina de humo para expropiar las tierras y venderlas poco a poco”. En todo caso, el proyecto se paralizó tras una intensa movilizaci­ón ciudadana. “La plataforma Aturem Eurovegas fue muy relevante. Por primera vez, la ciudadanía salió a la calle para defender el Parc Agrari”, rememora emocionado. Paradójica­mente, aquel desafío acabó incrementa­ndo la conciencia sobre la importanci­a de este lugar entre los vecinos.

“La disciplina urbanístic­a es un riesgo, pero el principal peligro del Parc Agrari son los ayuntamien­tos, algunos se lo toman en serio y otros no”, dice Parés. La zona está gestionada por un Consorcio integrado por 14 consistori­os, la Diputación de Barcelona, la Generalita­t, UP y, desde el año pasado, el Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB). Precisamen­te la entrada del AMB puede significar una oportunida­d ya que se creará una “unidad de disciplina urbanístic­a” que unificará criterios regulatori­os. “Esperamos que tenga capacidad ejecutiva y sancionado­ra”, asegura UP.

La localidad con más hectáreas de Parc Agrari es Sant Boi. “Es imprescind­ible en nuestra estrategia de ciudad, desde un punto de vista medioambie­ntal y paisajísti­co pero también como motor económico generando puestos de trabajo dignos”, dice su alcaldesa, Lluïsa Moret. Los restaurant­es de esta y otras poblacione­s están ganando adeptos cocinando productos de kilómetro cero, comprados directamen­te a los agricultor­es. “El sector primario está en auge con las nuevas lógicas de consumo en una sociedad cada vez más conciencia­da en comer saludable con productos de proximidad ”, argumenta. “Es una oportunida­d, somos lo que comemos”, resuelve el presidente de la Cooparativ­a Agrària Santboiana. Lluís Solanas.

“Eurovegas fue una cortina de humo para vender tierras”, dice Lluís Parés

Los agricultor­es confían en que el Àrea Metropolit­ana mejore la gestión del parque

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 ?? KIM MANRESA ?? Montañas de escombros. Residuos de la construcci­ón acumulados entre cultivos
KIM MANRESA Montañas de escombros. Residuos de la construcci­ón acumulados entre cultivos
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LA VANGUARDIA
 ?? KIM MANRESA ?? Lluís Parés en un campo de coliflores después de una vida de lucha por la conservaci­ón del Parc Agrari
KIM MANRESA Lluís Parés en un campo de coliflores después de una vida de lucha por la conservaci­ón del Parc Agrari
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KIM MANRESA Un total de 3.473 hectáreas de cultivos resisten junto a Barcelona

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