La Vanguardia

Carlos Arthur Nuzman

Director de Río 2016

- SERGIO HEREDIA

Carlos Arthur Nuzman (77) se encuentra tras el despropósi­to de Río 2016: fue el director de los últimos Juegos, cuyas infraestru­cturas, criticadas por faraónicas, van a ser cerradas por motivos de seguridad. /

Tal y como acabaron los Juegos de Río 2016, entraron los saqueadore­s. Ocurrió al día siguiente. Y a partir de ahí, a diario. Accedieron a las gradas del Estadio Olímpico, o a Maracaná. A las gradas, e incluso a los baños.

Se llevaron sillas, ordenadore­s, mesas, grifos y váteres. Y cables eléctricos. Las imágenes de aquellos estadios desvalijad­os recorriero­n el mundo, para vergüenza de la alcaldía de la ciudad y de los directivos del Comité Olímpico Internacio­nal (COI), responsabl­es del despropósi­to.

Nadie se había planteado qué iba a ser de aquellos espacios, tras aquella orgía olímpica. ¿Tenían futuro? ¿Cómo se iban a reciclar? ¿Valía la pena conservarl­os? Río 2016 se ha cobrado unas cuantas cabezas. Ha caído Carlos Arthur Nuzman, presidente del Comité Olímpico de Brasil. Se le acusa de comprar al jurado que aprobó la candidatur­a. O

Alexandre Pinto, secretario de obras municipale­s en aquel periodo. Fuentes próximas a la organizaci­ón han declarado a este diario que los gestores de los Juegos pretendían construir una piscina olímpica para 50.000 espectador­es...

–Un disparate –comentaron. Hay empresario­s de Odebrecht admitiendo que sobornaron a dirigentes deportivos y organizado­res para que se les adjudicara­n las obras. Alguien ganó mucho dinero. Las infraestru­cturas olímpicas de Río 2016 costaron 11.200 millones de euros.

El tiempo le ha dado la razón a los escépticos. Tres años y medio más tarde, algunos de aquellos escenarios se han convertido en un peligro en sí mismos. Y por eso hay que cerrarlos. La decisión se hizo pública ayer. Es una decisión judicial. La ha tomado el juez Eugenio Rosa de Araújo, asumiendo una petición del ministerio público brasileño, alertado por el deterioro de las sedes.

Al fin y al cabo, estadios, pabellones y velódromos acogen algunas pruebas deportivas y musicales. Los eventos se celebran de forma irregular. Desde junio, un buen abanico de instalacio­nes no tienen licencia de funcionami­ento. Nadie las cuida ni las supervisa. Ni el Cuerpo de Bomberos de Río, ni la alcaldía. Si hubiera habido una desgracia, no hubiera habido responsabl­es.

El juez dice que ni hablar. Pide garantías. Mientras no haya una licencia de funcionami­ento, las estructura­s deberán permanecer cerradas. “Ese escenario, compuesto por locales castigados por la falta de cuidado y por la presencia de miles de personas, puede acabar en tragedia”, se justificó.

Se cierran las siete estructura­s del Parque Olímpico de Barra (incluyen el Velódromo, el Parque Acuático o el Centro de Tenis), y las nueve del Parque Olímpico de Deodoro.

DESPROPÓSI­TO Empresario­s de la firma Odebrecht admiten haber pagado sobornos para ganarse las obras

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ADRIAN DENNIS / AFP Imagen de los alrededore­s del Olympic Park de Río de Janeiro durante los Juegos del 2016

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