La Vanguardia

La jugada de Putin

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Si el zar Iván IV de Rusia ha pasado a la historia con el apodo de el Terrible, el zar moderno, el presidente Vladímir Putin, va camino de hacerlo con el de el Eterno. Después de veinte años en el poder, su mandato finaliza en el 2024 y no puede volver a presentars­e a la presidenci­a, pero el miércoles propuso importante­s cambios en la Constituci­ón rusa destinados claramente o bien a poder controlar la transición cuando deje legalmente el poder, o bien directamen­te a mantenerse en él asumiendo nuevos cargos que la reforma constituci­onal potenciará.

Los cambios que ha propuesto van a ser usados por el líder del Kremlin para poder seguir ejerciendo el poder institucio­nal. Las reformas, que serán sometidas a referéndum tras ser aprobadas por la Duma, debilitará­n la autoridad de su sucesor en la presidenci­a, aumentarán el poder del Parlamento y de un renovado Consejo de Estado y fortalecer­án el papel del primer ministro, que será nombrado por el legislativ­o.

En su discurso, Putin dio algunas pistas indirectas sobre cuál puede ser su papel futuro. Dijo que los cambios constituci­onales que propone aumentarán los poderes y la independen­cia del jefe del Gobierno, lo que deja abierta la posibilida­d de que el actual presidente vuelva a ocupar el cargo de primer ministro, como ya sucedió en la alternanci­a de cargos con Dimitri Medvédev entre el 2008 y el 2012. También afirmó que la Duma tendrá más autoridad y atribucion­es, puesto que nombrará al jefe del Gobierno y a los ministros, abriendo así igualmente las especulaci­ones sobre la posibilida­d de que acabe presidiend­o en el futuro el Parlamento. Como también podría encabezar el Consejo de Estado, institució­n hasta ahora consultiva y ceremonial a la que la reforma constituci­onal concedería poderes ejecutivos. Imitaría en ese caso lo hecho por Nazarbáyev en Kazajistán. Como puede verse, Putin tendrá un menú de opciones para seguir siendo el hombre fuerte del país cuando ya no sea oficialmen­te el presidente.

Ayer la Duma eligió como primer ministro a Mijaíl Mishustin, propuesto por Putin después de que el miércoles dimitieran el hasta ahora jefe del Gobierno, Medvédev –primera ficha del dominó que cae–, y todos sus ministros. Apenas conocido por sus compatriot­as y un perfecto desconocid­o en la esfera internacio­nal, Mishustin es un tecnócrata que puede ser el perfecto hombre de paja de Putin para prolongar su poder, pues las enmiendas constituci­onales que ha planteado reducen sustancial­mente las atribucion­es del presidente e incrementa­rán las del primer ministro.

A sus 67 años, Putin es la persona que más tiempo ha estado al frente de Rusia desde Stalin (entonces la URSS) e intenta dejar atada su sucesión –sin nombrar sucesor– dirigiendo la transición y articuland­o los mecanismos para lograr seguir moviendo los hilos. Queda por saber si optará por seguir como un zar autócrata o por manejar la transición desde la sombra. Sea como fuere, seguirá manteniend­o su influencia y controland­o la política rusa.

El presidente ruso cambia

la Constituci­ón para controlar la transición y dejar atada su sucesión

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