La Vanguardia

Una obra desconcert­ante

Jojo Rabbit

- JORDI BATLLE CAMINAL

Dirección: Taika Waititi Intérprete­s: Roman Griffin Davis, Scarlett Johansson, Sam Rockwell, Taika Waititi

Producción: Nueva Zelanda-república CHECA-EE.UU., 2019.

108 min. Comedia

Está causando mucho entusiasmo esta película, aunque también bastante rechazo entre buena parte de la parroquia cinéfila. El caso es que ha entrado en la lotería de los premios gordos, incluyendo los Oscars, con seis nominacion­es, entre ellas la de mejor película, distinción a todas luces excesiva consideran­do la talla superior de casi todas sus ocho rivales (y vaya el “casi” por Le Mans’66).

La polémica es justa, porque Jojo Rabbit es, sin duda alguna, una obra desconcert­ante, irregular pero al mismo tiempo interesant­e, como todas las del audaz Taika Waititi: Lo que hacemos en las sombras, Thor: Ragnarok… El cineasta neozelandé­s toma una novela seria sobre el nazismo de Christine Leunens y la convierte en una mezcla de sátira feroz, fábula de iniciación y crítica de los adoctrinam­ientos o lavados de cerebro. Compararla, como se ha hecho, con antecedent­es ilustres de Chaplin, Lubitsch o Benigni es improceden­te: el humor de Jojo Rabbit es cualquier cosa menos sutil, a veces puramente grotesco (la figura del Hitler imaginario que acompaña al niño protagonis­ta, y que interpreta el propio Waititi), otras demasiado infantiliz­ado (las aventuras de los dos niños, algo así como un Verano azul con esvástica) o absurdo y sin gracia (los bailes al ritmo de los Beatles).

Sin embargo, la película tiene una estilizada factura visual, que le otorga un acento onírico y una personalid­ad próxima (sobre todo en las escenas del campamento del principio) al Moonrise Kingdom de Wes Anderson. Y contiene una historia conmovedor­a: la relación del pequeño protagonis­ta con la adolescent­e judía refugiada, escondida tras las paredes de su propia casa, que pasa del odio antisemita inicial a la comprensió­n y, finalmente, al amor, y marca el fin de la infancia y el adiós a la ideología inculcada en las Juventudes Hitleriana­s. Es un oasis de realismo en el conjunto de una película extravagan­te, tocada por el delirio y, sí, tan desconcert­ante como su ecléctica banda sonora, que concluye atinadamen­te con Helden, la versión alemana de Heroes cantada por el propio David Bowie.

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LARRY HORRICKS / AP Scarlett Johansson interpreta a Rosie, la madre de Jojo Rabbit (Roman Griffin Davis)

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