La protesta irrumpe en un teatro de París donde estaba Macron
Emmanuel Macron y su esposa, Brigitte, apasionados de los espectáculos culturales, no pueden ya salir del palacio del Elíseo sin temer algún sobresalto. En la noche del viernes, mientras asistían a una obra de teatro en París, irrumpió en el vestíbulo un grupo de manifestantes contra la reforma de las pensiones. A instancias de sus guardaespaldas, el presidente y su mujer hubieron de abandonar sus butacas, durante unos minutos, para ser protegidos, por si el incidente se complicaba.
Los hechos se produjeron en el teatro Bouffes du Nord mientras se representaba La Mouche. Hubo nerviosismo, cierto desconcierto y carreras entre el servicio de seguridad, en el edificio y en la calle. La intrusión pudo controlarse, pero los manifestantes hicieron oír fuerte su voz. “¡Macron, dimisión!”, gritaban.
El presidente y su esposa pudieron volver a seguir la función, aunque la salida de nuevo fue algo tensa. El Elíseo hizo saber luego que los Macron continuarán yendo al teatro. La pareja intimó, precisamente, cuando él, aún adolescente, era alumno de un instituto, en Amiens, y ella –casada y con tres hijos–, su profesora de literatura y animadora de un grupo de teatro.
Un conocido periodista y militante de izquierdas, Taha Bouhafs, estaba presente en el teatro y lanzó un tuit, antes del incidente, anunciando que Macron y Brigitte se hallaban entre los espectadores. Otro periodista, David Dufresne, había hecho lo mismo minutos antes. Se sospecha que podrían haber estado coordinados con los manifestantes. Bouhafs fue detenido para ser interrogado.
El movimiento contra la reforma de las pensiones está yendo más allá de la huelga en los transportes públicos de París y en los ferrocarriles. Esos paros han perdido mucha fuerza, por agotamiento de sus protagonistas. Pero ahora se sustituyen por otro tipo de acciones, más simbólicas y mediáticas, algunas veces con violencia.
El mismo viernes se produjo un asalto a la sede de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), que es hoy el mayor sindicato de Francia y mantiene una posición moderada en el conflicto. Se opone a la huelga y quiere acabar de negociar detalles de la reforma con el Gobierno. El líder del CFDT, Laurent Berger, denunció ataques verbales y físicos intolerables contra los empleados, por lo que presentó una denuncia.
El sindicato UNSA, el más fuerte en la compañía de transporte público parisino, anunció ayer que dejaba de respaldar la huelga y que quería concentrarse en otras formas de presión. Una de ellas, por ejemplo, fue el concierto gratuito, de media hora, que ofreció la Ópera Garnier, en protesta por la pérdida de su régimen especial de jubilación.
Quienes se oponen a la reforma de las pensiones prefieren acciones simbólicas en vez de la huelga
Frente al pragmatismo de algunos sindicatos, la Confederación General del Trabajo (CGT), de antigua obediencia comunista, continúa firme en exigir la retirada total de la reforma. La CGT perdió en el 2018 el liderazgo sindical que había ostentado durante decenios y se vio desbordada por el movimiento de los chalecos amarillos. La obstinación de su líder, Philippe Martínez, quien, con su gran mostacho y su desaliño, quiere proyectar la imagen del sindicalismo de hace 30 o 40 años, genera muchas críticas. En la portada de su último número, el semanario Le Point titula: “Cómo la CGT arruina a Francia”. La revista es muy dura y acusa al sindicato de bloqueo, intransigencia, irresponsabilidad y uso de métodos mafiosos.
El malestar en la calle, sin embargo, no se apaga. Los chalecos amarillos aparecieron otra vez en París. Fueron unos dos mil y protagonizaron las clásicas escaramuzas con las fuerzas antidisturbios.