La Vanguardia

Salvini apuesta por Emiliaroma­ña para volver al poder

Las encuestas vaticinan una reñida batalla con el PD

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

Con una gorra de Ferrari, después de darse un baño de masas, tomarse selfies con policías y ponerse una sudadera que le regalaron en el instante –viste una diferente en cada mitin–, el líder de la Liga, Matteo Salvini, se subió ayer al escenario de Maranello. El partido ultraderec­hista italiano escogió esta pequeña localidad para uno de sus últimos grandes actos de la campaña de las regionales en Emilia-romaña, que celebra el próximo domingo unas elecciones cruciales que podrían definir el futuro político de Italia.

En una semana, los 4,5 millones de habitantes de esta rica región italiana están llamados a las urnas para elegir si quieren que el presidente de la región sea Stefano Bonaccini, el candidato del Partido Demócrata y presidente saliente, o Lucia Borgonzoni, la elegida por Salvini para intentar que por primera vez en más de medio siglo la derecha se imponga en la histórica región roja. Pese a ser unas elecciones locales, los periódicos italianos, los analistas y el mismo Salvini les están dando la misma importanci­a que si fueran unas generales: la Liga ha planteado la cita del próximo domingo como un plebiscito sobre el débil Gobierno italiano, nacido de un pacto a contracorr­iente entre el PD y el Movimiento 5 Estrellas para impedir que el exministro del Interior arrasase en unas elecciones avanzadas, y que sufre enormes dificultad­es por sus divisiones internas.

“El 27 de enero descanso media hora y después, con el voto en Emilia-romaña y en Calabria –que también celebra elecciones el mismo día–, voy con una carta de desalojo a Conte, Zingaretti, Di Maio y Renzi”, declaraba Salvini desde el palco de Maranello, una de las cien localidade­s de la región que ha pisado estas semanas. “Estan aterroriza­dos, como Maria Antonieta encerrada en su palacio”, bromeaba.

A una semana de los comicios, los últimos sondeos permitidos dicen que Bonaccini está por encima de la candidata de la Liga, pero sólo por dos puntos. Ayer Salvini ignoraba el veto a las encuestas e informaba de que ellos van por delante. El director de la Luiss School of Government, Giovanni Orsina, vaticina que el PD ganará si los electores votan en clave local, pero que en cambio la Liga se impondrá si consigue trasladar el discurso nacional. “Como la situación en el Gobierno es muy frágil, una derrota en Emilia-romaña puede representa­r un momento de ruptura. En cambio, si gana Bonaccini no significa que su victoria pueda dar un año de tranquilid­ad a Conte, pero hay muchas más posibilida­des para ello”, explica.

Perder en Emilia-romaña supondría un durísimo golpe moral para la debilitada izquierda italiana. Laboratori­o de pruebas de la política italiana, aquí nació Mussolini y fue elegido el primer diputado socialista, Andrea Costa. Es la región donde se rodó Novecento y ha sido gobernada tradiciona­lmente por los comunistas. Salvini quiere que su vendaval populista que ha arrasado en Italia (se impuso en las europeas con el 34% de los votos) sople el domingo y le ponga la alfombra roja para regresar a Roma. Al fin y al cabo, la tradición en Emilia-romaña no era de un comunismo de clase obrera, analiza Orsina, sino que el modelo emiliano es “de pequeñas empresas difusas, basado en una gran eficiencia, que ya no funciona”. “Si viviese Berlinguer, se cambiaría de acera al ver a Renzi y Zingaretti”, clamó Salvini para convencer a los históricos votantes de izquierdas. A una semana del voto, ya saborea un sorpasso que sería histórico.

“Si viviese Berlinguer, se cambiaría de acera al ver al PD”, dice en la histórica región de tradición comunista

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. Matteo Salvini confía en ganar en el que ha sido un feudo tradiciona­l de la izquierda

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