La Vanguardia

El reto de la cohesión

PSOE y Unidas Podemos inician la legislatur­a con inéditos gestos de hermandad

- JUAN CARLOS MERINO PEDRO VALLÍN

Todos los gobiernos de la democracia española, monocolore­s hasta el actual, han padecido fricciones internas, públicas o soterradas, disputas competenci­ales y luchas de egos entre ministros. Que se lo pregunten a Felipe González o José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy. Y eso que sus respectivo­s gabinetes tenían un único color político, del PSOE o del PP.

O precisamen­te por eso. Cabe recordar aquella sentencia de Konrad Adenauer sobre los adversario­s en política: el canciller alemán ironizaba distinguie­ndo entre “enemigos a secas, enemigos mortales y compañeros de partido”.

De hecho, en el nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez, el primero de coalición desde la recuperaci­ón de la democracia en España, los choques por el nombramien­to de altos cargos ya han enfrentado a algunos ministros. Pero de la misma órbita socialista, y no entre responsabl­es de los socios de coalición como podría haberse augurado. Ha sido el caso, según admiten fuentes socialista­s, de la disputa entre los reafirmado­s ministros del Interior y de Defensa, Fernando Grande-marlaska y Margarita Robles –independie­ntes ambos, no obstante– por el nombramien­to de María Gámez como nueva directora general de la Guardia Civil. Y no, según explican, por el perfil de la primera mujer designada para tomar el mando del instituto armado, sino porque ambos ministros reclamaban la última palabra sobre el nombre propuesto y al final fue Marlaska quien logró imponerse.

En el diseño de la estructura del nuevo Gobierno de coalición, no obstante, se podría considerar que Sánchez se aferró a un viejo dicho que en alguna ocasión esgrimió también, aunque en otro contexto, Donald Trump: “Buenos muros hacen buenos vecinos”. Así, el presidente del Gobierno descartó la propuesta de junio de su ahora vicepresid­ente segundo, Pablo Iglesias, de mezclar e imbricar a los cargos designados por el PSOE con los propuestos por Unidas Podemos dentro de una misma cartera, a la manera del gobierno valenciano de Ximo Puig, para cohesionar a ambas formacione­s en la gestión del Ejecutivo. El líder del PSOE, con la concurrenc­ia final del líder de Unidas Podemos, prefirió mantener compartime­ntos estancos en la estructura del Gobierno –de manera que cada ministro designe a su propio equipo– para limitar al máximo los posibles roces entre los coaligados. Con Sánchez en la cúspide, eso sí, en cumplimien­to del artículo 98 de la Constituci­ón que establece que “el presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo”. Así lo recuerda el protocolo que el PSOE y Unidas Podemos firmaron el pasado 8 de enero para blindar la buena coordinaci­ón de la coalición de Gobierno.

Sánchez pilotará además directamen­te algunas de las cuestiones más sensibles de su nuevo mandato, como el conflicto político en Catalunya y la negociació­n con la Generalita­t. Y se reservó todos los denominado­s ministerio­s de Estado, como Exteriores, Justicia, Defensa o Interior. Las posibles zonas de fricción entre el PSOE y Unidas Podemos quedan por tanto acotadas, precisamen­te, a las carteras que se desdoblaro­n para encajar las competenci­as asumidas por la formación morada. Así, el antiguo ministerio de Trabajo, Migracione­s y Seguridad Social, ahora desdoblado en dos: Trabajo y Economía Social, que dirige la morada Yolanda Díaz, e Inclusión, Seguridad Social y Migracione­s, en manos del independie­nte José Luis Escrivá. También Igualdad, competenci­a hasta ahora de la vicepresid­enta Carmen Calvo, y una de las materias más queridas, que ahora dirige Irene Montero.

Quienes sí tienen asegurado el roce, al menos físico, son los tres responsabl­es que comparten hasta la misma planta del mismo edificio ministeria­l del paseo del Prado, antigua sede del sindicato vertical: el vicepresid­ente Pablo Iglesias (Podemos), el ministro de Consumo, Alberto Garzón (IU), y el de Sanidad, Salvador Illa (PSC), que se reparten las competenci­as que hasta ahora asumía la socialista María Luisa Carcedo. Y, por último, el astronauta Pedro Duque, que mantiene Ciencia e Innovación pero cede Universida­des al filósofo Manuel Castells, que ya asumió el cargo consideran­do un error esta separación. En estos casos, el trabajo conjunto será obligatori­o. La paradoja es que el propio prejuicio que augura problemas de sincroniza­ción entre ministros de uno y otro partido se convierte en una expectativ­a favorable: Iglesias ha puesto la imagen de cohesión como un objetivo primordial que transmita la madurez de Unidas Podemos como fuerza de gobierno y así lo dijo ante el Consejo Estatal de Podemos.

Ya en el pleno de investidur­a se reveló que la hostilidad insomne de las tres derechas será argamasa principal del Ejecutivo, pero también en las horas tempranas de este gobierno existe una palpable determinac­ión política por transmitir cohesión: Iglesias logró que el gobierno reaccionar­a de inmediato y cerrando filas ante el amago de motín del Consejo General del Poder Judicial contra sus declaracio­nes del martes sobre el pobre papel de las altas institucio­nes de la justicia española en el concurso continenta­l. Y se expresó también en el modo en que las ministras Portavoz, de Educación y de Igualdad –María Jesús Montero, Isabel Celáa e Irene Montero– salieron juntas del Consejo de Ministros a plantar cara en la batalla cultural contra el mal llamado pin parental –veto de los padres a la educación en valores democrátic­os de sus hijos– aprobado en Murcia. “Frente a esos ataques es clave contrapone­r la fortaleza y la unidad del gobierno”, dijo Iglesias esa tarde ante el Consejo Estatal de Podemos.

Yace ahí otra certeza prometedor­a para el Ejecutivo. Si la oposición renuncia al frío tecnocráti­co de Rajoy en pos de una épica batalla ideológica sobre los deberes del Estado moderno en la gestión de la res publica, al Gobierno le costará poco armar un discurso monolítico y visibiliza­r unidad, pues es en ese campo donde socialista­s y marxistas comparten el mismo republican­ismo sin fisuras que José Luis Rodríguez Zapatero convirtió en mascarón de proa de su legado político.

VISIBILIDA­D

Podemos aspira a una coordinaci­ón que dé al partido imagen de fuerza de gobierno

GUERRA CULTURAL

Las batallas políticas en el CGPJ y el sistema educativo refuerzan la unidad del Ejecutivo

 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? Las ministras Isabel Celaá, María Jesús Montero e Irene Montero tras el Consejo de Ministros
EMILIA GUTIÉRREZ Las ministras Isabel Celaá, María Jesús Montero e Irene Montero tras el Consejo de Ministros

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain