La Vanguardia

Cuenta atrás en Catalunya

- SIN PERMISO Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

El Gobierno de Pedro Sánchez empieza su singladura entre el escepticis­mo sobre su perdurabil­idad, dada su escasa mayoría en el Congreso y los variopinto­s intereses de los grupos que le apoyan. La estabilida­d va a depender en buena parte de ERC y, por tanto, de cómo evolucione la política catalana. Despejada la provisiona­lidad en que ha vivido la Moncloa desde la moción de censura del 2018, ahora falta que se celebren elecciones al Parlament para aclarar la interlocuc­ión por parte de la Generalita­t. Sin esa premisa, el tímido diálogo emprendido entrará en un callejón sin salida.

La investidur­a fue negociada entre Esquerra y el PSOE, pero a la mesa de diálogo deberán sentarse los dos gobiernos, algo complicado cuando resulta que el presidente de la Generalita­t recela de las intencione­s de ese armisticio, mantiene unas deficiente­s relaciones con sus socios republican­os y su futuro en el cargo está en la cuerda floja. Ni Quim Torra ni Jxcat están por la labor de conceder demasiado margen de maniobra al diálogo recién estrenado. La prueba es la convocator­ia de una mesa preparator­ia con partidos y entidades exclusiva- mente independen­tistas, cuya única finalidad es atar en corto a ERC y vigilar la pureza de sus exigencias.

Esa falta de una interlocuc­ión clara en Catalunya se constata en otra de las mesas de diálogo, la del Parlament, que se está demostrand­o estéril. Dicho foro, que se reunió el pasado viernes por tercera vez, está compuesto por independen­tistas, comunes y socialista­s. Torra insiste en que sólo aborde “la autodeterm­inación y la represión”, con el consiguien­te bloqueo. En la última cita, Jxcat, a través de la consellera

Meritxell Budó, reclamó que la mesa sirviera

Despejada la provisiona­lidad en que ha vivido la Moncloa desde la moción de censura del 2018, ahora falta que se celebren elecciones en Catalunya para aclarar la interlocuc­ión por parte de la Generalita­t.

para preparar el diálogo entre los gobiernos central y catalán, opinión que no fue compartida por el vicepresid­ente Pere

Aragonès, de ERC. El encuentro sólo sirvió para que los comunes y el PSC reclamaran al president que convoque elecciones, algo que Torra rechaza por ahora.

La legislatur­a catalana está agotada. A pesar de la inminente aprobación de los presupuest­os, los dos socios no comparten planes ni estrategia, ni existe un liderazgo político. Pero ERC no va a dejar caer el Gobierno, así que la fecha electoral va a depender de los tribunales. Las maniobras en la Junta Electoral para inhabilita­r a Torra como diputado y la decisión que adopte el Supremo al respecto en pocas semanas pueden desestabil­izar aún más las relaciones entre Jxcat y ERC, pero no es previsible que le aparten de la presidenci­a. En cambio, la confirmaci­ón de su condena por desobedien­cia por parte del Alto Tribunal sí le dejaría fuera del cargo. Y, según fuentes jurídicas, la resolución de ese recurso puede llegar en poco más de dos meses.

Habrá que ver si Torra prefiere convocar él antes las elecciones o espera a su inhabilita­ción, dando paso a dos meses de presidenci­a en funciones a cargo de Aragonès. Y si Jxcat presenta un candidato a votación durante ese tiempo de interinaje. En cualquier caso, se trata de maniobras dentro de la pugna independen­tista ante la cita electoral. La reunión que en los próximos días mantendrá Sánchez con Torra no deja de ser un mero gesto de escaso contenido. Un formulismo previo para abrir las conversaci­ones en las que los protagonis­tas serán la Moncloa y ERC, centradas en una primera fase en el frente judicial, que es el punto principal de la agenda para que Esquerra mantenga su apoyo al PSOE.

Los republican­os esperan que la Abogacía del Estado y la Fiscalía atenúen sus posiciones en las múltiples causas abiertas a raíz del procés. Procedimie­ntos repartidos por distintas instancias judiciales y que afectan desde alcaldes a dirigentes notables de la formación como Lluís Salvadó o Josep Maria Jové. De ahí que

María Jesús Montero , en su primera comparecen­cia como portavoz del Gobierno, subrayara que “la política no se puede esconder detrás de las togas”. ERC espera que las palabras se traduzcan en hechos. En ese contexto, es muy posible que emerja de nuevo el debate sobre una posible reforma del Código Penal que revisara los delitos de rebelión y sedición. Sin embargo, cualquier avance en esa dirección está aún verde, en medio de un clima muy crispado entre el Gobierno y la cúpula judicial, con el PP contrario a cualquier renovación de ese estamento y con el Govern sumido en la incertidum­bre. Porque si la legislatur­a española acaba de empezar, la catalana aún está agonizando.

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ANDREU DALMAU / EFE Aragonès, Torra y Budó, el pasado viernes en el Palau de la Generalita­t
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