Más hambre en el mundo
Afinales del 2019, las Naciones Unidas advirtieron de que 821 millones de personas están en riesgo de inseguridad alimentaria en el mundo, la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Es decir, más del 10% de los 7.500 millones que pueblan la Tierra no tienen acceso regular a alimentos que aseguren un desarrollo normal y, por tanto, una vida saludable. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, en la actualidad existen 15 zonas de emergencia por hambre debido a guerras, desastres naturales, vaivenes climáticos, migraciones, caída de cultivos, falta de infraestructuras..., especialmente en países como Yemen, Afganistán, Etiopía, Haití, Zimbabue, Sudán del Sur o el área central del Sahel, donde la necesidad de ayuda es del todo urgente.
Para poder hacer frente a esta emergencia, el PMA ha cifrado en unos 10.000 millones de dólares el coste de hacer llegar ayuda urgente a estas áreas, en unos 80 países del mundo. Lo peor, sin embargo, es que la situación ha vuelto a empeorar después de un periodo en que los expertos señalaban la reducción del hambre en el mundo, como en su día apuntó el estadounidense Jeffrey Sachs, profesor de Economía de Columbia. En una reciente conferencia en Madrid, este asesor de las Naciones Unidas en lucha contra el hambre y la pobreza aseguró que “los objetivos del Milenio (ODM) lograron grandes avances en la lucha contra la pobreza extrema (...), pero muchos de aquellos objetivos se quedaron a mitad de camino por el 11-S, que hizo que el mundo se enrolara en una guerra en Oriente Medio liderada por Estados Unidos, y por la crisis financiera del 2008, que redujo el esfuerzo global de financiación”.
A este panorama se ha sumado el agravamiento de la crisis climática con sus secuelas en forma de desastres naturales. Es un hecho cierto, además, que la insolidaridad internacional ha ganado terreno en el mundo, lo que ha agravado las desigualdades tanto entre naciones como en el interior de los países. De ahí que las cifras sobre el hambre han vuelto a sufrir una regresión, lo que, entre otras consecuencias, es la causa de que uno de cada siete recién nacidos en el mundo llegue con un peso notablemente más bajo de lo considerado saludable.
Por lo tanto, el mundo debe reaccionar de inmediato para paliar, primero, estas urgencias y resolver, después, las causas que provocan este aumento del hambre. De una parte, participando solidariamente en los programas de las Naciones Unidas tanto en la lucha contra la pobreza en el mundo como en el envío de ayudas a las zonas donde la emergencia alimentaria es más urgente. De otra, avanzando en la lucha contra la crisis climática y en un desarrollo sostenible. Citando de nuevo a Sachs, se trata de “crecer con una economía inteligente –baja en emisiones de carbono–, justa –que luche contra la desigualdad– y sostenible –que no suponga una amenaza para la biodiversidad–”.
Es urgente participar en los programas de las Naciones Unidas y luchar contra la crisis climática