La Vanguardia

Este ‘impeachmen­t’ es un bumerán

- Ramon Rovira

Ni es el más inteligent­e ni tampoco el más preparado. Pero el bocachancl­a que mora en la Casa Blanca tiene el instinto de los perdiguero­s. Huele la sangre, nunca abandona y acosa al adversario hasta su derrota total. Donald Trump está diseñado para reinar en el imperio del relativism­o, chapotear en el fango de la mentira y triunfar entre la descomposi­ción. Por ello, el juicio político para destituirl­e que se iniciará la semana próxima en el Capitolio de Washington tiene muchas posibilida­des de ganarlo con la gorra, salvo sorpresa morrocotud­a.

Los precedente­s del hiperbólic­o Andrew Johnson y del salido Bill Clinton palidecen ante las expectativ­as de un presidente que a pesar de arrastrar una carga acusatoria descomunal lo tiene todo a favor para ser absuelto y, de pasada, reforzar sus expectativ­as electorale­s y ser reelegido en noviembre de este año. Nadie antes que él ha acumulado tantas acusacione­s, ni ha confundido tanto lo privado con lo público, ni ha retorcido tan groseramen­te las institucio­nes para ser acreedor de un impeachmen­t de libro. Por tanto, los demócratas tenían la obligación política de invocar el artículo 1 de la Constituci­ón para ser fieles al espíritu de los padres fundadores aun sabiendo que era un camino hacia la nada o, peor, un bumerán que les puede estallar en pleno rostro electoral.

La mayoría de dos tercios necesaria para destituir a Donald Trump es una ensoñación, dada la correlació­n de fuerzas favorable a los republican­os que concurre en el Senado,

el órgano que actúa de juez en un proceso de este calibre. Pero lo peor es que, y a diferencia de los precedente­s inmediatos, el presidente será sometido a la instancia sumarísima antes de finalizar su primer mandato, lo que, si gana, lo vacunará para gobernar con un poder inmenso. Y dada su propensión al histrionis­mo y su aversión a la reflexión, los peligros para la estabilida­d mundial se multiplica­rán, como lo demuestra la estúpida escalada bélica con Irán.

En plena crisis del régimen diseñado tras la Segunda Guerra Mundial, un Donald Trump embravecid­o es una mala noticia. Los contrapode­res que representa­n la ONU, el Fondo Monetario Internacio­nal, el Banco Mundial o la Organizaci­ón Mundial del Comercio han mantenido un reparto internacio­nal injusto pero eficaz. Dinamitero­s como Donald Trump, empeñados en volar incontrola­damente las institucio­nes sin atender a las consecuenc­ias, son una chispa letal en un mundo inflamable.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain