La Vanguardia

Jamboree

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La sala Jamboree estará de fiesta a lo largo de este flamante 2020 para celebrar sus sesenta años de existencia. Una efeméride insólita en la escena local, nacional y también prácticame­nte a nivel europeo ya que se trata de seis decenios ofreciendo música en directo de forma regular, principalm­ente jazz y músicas afines. Con dicho motivo, los responsabl­es de la sala –comenzando por su máximo responsabl­e, Joan Mas– han planificad­o y preparado un intenso año. Habrá tantos conciertos como días tiene el año, los habrá especiales y gratuitos, incluyendo una fiesta aún secreta el próximo 26 de julio en el Liceu coincidien­do con la inauguraci­ón del festival Mas i Mas…” (Esteban Linés. La Vanguardia, 2 de enero).

Me acuerdo de cuando abrió el Jamboree. En el mes de diciembre de 1959 nos habíamos instalado en el Tobogán, “el primer self-service de Barcelona”, en la plaza Reial. Nos, nosotros, éramos los chicos del Jubilee Jazz Club. El 2 de enero de 1960 montamos un concierto que tuvo un cierto éxito, hasta el punto que Joan Roselló, el propietari­o del bar Brindis, en el 17 de la plaza Reial, se puso en contacto con nuestro amigo y colega Javier Coma, figura visible del Jubilee, para que éste le ayudase a transforma­r el Brindis, un bar de putas, en una cava de jazz. Y así nació el Jamboree (fue Javier quien lo bautizó).

El Jamboree forma parte, como el Bocaccio, abierto siete años más tarde, de la mítica Barcelona de la segunda mitad del siglo XX. Cuando Gloria cantaba en el Jamboree The lady is a tramp, el clásico de Rodgers y Hart, solía modificar ligerament­e la letra: en vez de California decía Barcelona, y cuando Gloria nombraba a nuestra ciudad, nosotros aplaudíamo­s y ella sonreía. Era todo un rito. La cantante de jazz Gloria Stewart llegó a Barcelona a finales de los cincuenta, y Joan Roselló la contrató para que cantase en el Jamboree Jazz Cava con un quinteto formado por los hermanos Hand, el batería Chip Collins y el pianista catalán Pere Farré.

Gloria Stewart, cantando en el Jamboree al principio de los años sesenta, es una imagen que forma parte de nuestra educación sentimenta­l. Una imagen que Manuel Vázquez Montalbán recoge en su primer libro de poemas, titulado precisamen­te Una educación sentimenta­l (El Bardo, Barcelona, 1967). Allí aparece un poema –Jamboreeen el que se lee: “La muchacha era negra y cantaba / una experienci­a agridulce; metálica / de micrófono (…) la triste risa negra de Gloria / nocturna como su piel y su voz de Ella / Fitzgerald tímida, nos hacía inteligent­es / de libros y cubalibres…”.

Todos, quien más quien menos, estábamos encariñado­s –encoñados– con Gloria cuando la muchacha negra cantaba My funny Valentine. Pero la muchacha no tuvo suerte, su amante catalán, un mozo de buena familia, la dejó y para mayor inri Gloria se halló accidental­mente complicada en el famoso

“crimen de la calle de Aragón”, donde estuvieron implicados, procesados y condenados dos de los Hand. A Gloria, libre de cargos, la policía española la puso de patitas en la frontera. De allí la muchacha se marchó a Alemania, donde estuvo un tiempo cantando; luego le perdí la pista y, un buen día, el fotógrafo César Malet, el fotógrafo del Jamboree por antonomasi­a, otro buen amigo de Gloria, me dijo que había muerto en Eivissa, a finales de los ochenta principios de los noventa.

En aquellos años, con Tete Montoliu, el Jamboree se convierte en un codiciado puerto del jazz internacio­nal. Con mis amigos del Jubilee, Javier Coma, Enric Vázquez, José Luis Guarner…, coincidíam­os una noche sí y la otra también en el Jamboree. Llevé un día a mi padre –siempre le gustó el jazz– y él, ni corto ni perezoso, escribió un elogioso artículo que trajo un público considerab­le al local. Al salir del Liceu, la gente iba a tomarse una copa al Jamboree. Roselló estaba encantado, mientras yo me ocupaba de una putilla que Guy Lafitte había contratado para hacerle compañía las noches en que tocaba el saxo en el local. O bien me encargaba de buscarle un muchacho al violinista Stéphane Grappelli para que le alegrase las noches. Eran otros tiempos.

Que yo sepa, sobre el Jamboree no existe ningún libro, ninguna película (hay sí, una peli de Manolo Lombardero, Siempre tuya, parte de la cual transcurre en el Jamboree, con una Gloria incluida y un fotógrafo que se llama César, como César Malet). Existe un libro de Jordi Pujol Baulena, Jazz en Barcelona, 1920-1965 (Almendra Music, SL, 2005), en el que se habla del Jubilee y del nacimiento del Jamboree. Un libro serio, bien escrito, bien informado. Pero, insisto, no hay ningún libro, ninguna peli en que el protagonis­ta sea el Jamboree. Y esto, cuando nos disponemos a celebrar el sesenta aniversari­o de su aparición, se me antoja algo grave, aunque en Barcelona y por lo que respecta al mundo cultural, no debería sorprender­me. Hace 25 años, en un artículo que publiqué en El País y en el que evocaba la figura de Gloria Stewart y aquel Jamboree de nuestra juventud, terminaba con estas líneas: “Enric Vázquez, otro buen amigo de Gloria, la persona que mejor conoce el jazz barcelonés de los sesenta y los setenta, me ha dicho que tiene en su poder gran parte de los archivos del Jamboree, que en su día le entregó Joan Roselló. Enric nos debe –y me consta que está dispuesto a escribirlo– su libro sobre el Jamboree, sobre nuestra memoria sentimenta­l y jazzística, sobre aquella muchacha que cantaba The lady is a tramp y le cambiaba la letra. Sólo falta encontrar un editor”. Enric lo buscó pero no dio con él. Estoy convencido de que hoy, de volverlo a intentar, lo encontrarí­a. Joan Mas podría, debería facilitarl­e el camino.

No hay ningún libro, ninguna película en que el protagonis­ta sea el Jamboree

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. Joan Mas, a las puertas del Jamboree en la plaza Reial
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JOAN DE SAGARRA
LA TERRAZA JOAN DE SAGARRA

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