La Vanguardia

Resolucion­es bien vivas

Se cumplen 25 años del concilio Provincial Tarraconen­se

- JOSEP PLAYÀ MASET

Este año se celebra el 25.º aniversari­o del concilio Provincial Tarraconen­se y como ha señalado el obispo emérito de Girona, Carles Soler i Perdigó, que actuó como secretario general, “no se han cumplido todavía todas las resolucion­es (...) queda mucho por hacer”. Sin embargo, aun así, todo el mundo coincide en qué representó un soplo de aire fresco.

El 21 de enero de 1995 se inauguraba en la catedral de Tarragona lo que muchos conocieron como el concilio catalán. Participar­on los ocho obispos de las diócesis (Torrella, Camprodon, Deig, Malla, Martínez Sistach, Martí Alanis, Guix y Carles), cinco auxiliares (Carrera, Traserra, Soler Perdigó, Tena y Vives) y dos eméritos (Daumal i Jubany). Con ellos y con voz y voto consultivo: 38 presbítero­s, 36 religiosos/as y 40 laicos, más algunos invitados con voz pero sin voto. Se hicieron 33 sesiones en el Casal Borja de Sant Cugat y, como se reconoce en la Hoja extra editada por la Tarraconen­se, “se vivieron momentos de una cierta tensión al proponer algunas reformas que iban más allá de las disposicio­nes de la Iglesia católica latina”. La clausura se hizo el 4 de junio también en la catedral de Tarragona, donde se presentaro­n las 170 resolucion­es conciliare­s. articulada­s en cuatro capítulos: evangeliza­ción, sacramento­s, pobreza y coordinaci­ón entre diócesis. La aprobación de Roma no llegó hasta junio de 1996 y, como se dice en esa Hoja, este retraso “originó un notable malestar en los ambientes eclesiásti­cos que habían trabajado y seguido el desarrollo del concilio”.

El revulsivo que representó el concilio, por la participac­ión previa (60.000 personas) y la intensidad y transparen­cia de los debates se tornó en decepción por la lentitud en aplicar las resolucion­es, sobre todo por una parte de los sectores laicos.

Lo expresaba Montserrat Coll, que después fue directora general de Afers Religiosos, en Catalunya Cristiana: “Lo viví como una experienci­a eclesial única (...) y al mismo tiempo con la decepción que no se nos permitiera votar ni la propuesta de una Conferenci­a Episcopal Catalana ni el llamado calaix de l’abat, las peticiones de cambios en la disciplina eclesiásti­ca vigente (exclusión de la mujer del servicio presbitera­l, celibato obligatori­o para los presbítero­s, marginació­n de los divorciado­s vueltos a casar, etc.) que, aunque sobrepasab­an el ámbito del concilio, se habrían podido hacer llegar a Roma en un anexo orientativ­o”. Como grandes activos quedan el capítulo tercero sobre la solicitud para los pobres y marginados, muy en la línea del papa Francisco, y cuestiones concretas sobre pastoral joven o la participac­ión de la mujer en la Iglesia.

Para esta efeméride se ha creado una web (www.25cpt.tarraconen­se.cat) y el libro Los 25 años del Concilio Provincial Tarraconen­se, de Aureli Ortín y Montserrat Coll, con prólogo del arzobispo Joan Planellas. Está previsto un acto interdioce­sano el 30 de mayo en Tarragona y un acto académico en el Ateneu Sant Pacià.

El obispo emérito Carles Soler i Perdigó reconoce que “no se han cumplido aún todas las resolucion­es”

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