Joan Garriga
Músico
El cantante y acordeonista vallesano Joan Garriga ha vuelto con una nueva formación, El Mariatxi Galàctic, con la que se muestra como un referente de la música popular, un orfebre que combina acertadamente exigencia y talento.
Si el anterior mandato municipal fue de distensión entre las alcaldesas de Barcelona, Ada Colau, y Madrid, Manuela
Carmena, el actual presagia tempestades. Por un lado, el PP va a utilizar su doble bastión madrileño como ariete contra las políticas de Pedro Sánchez; por otro, no tardará en aflorar una rivalidad por el liderazgo entre el alcalde, José
Luis Martínez-almeida , y la presidenta de la Comunidad,
Isabel Díaz Ayuso, que puede derivar en un pulso para ver quién critica más fuerte. En cualquier caso, ya se intuye que en el punto de mira de la política madrileña va a situarse en lugar preferente la Barcelona que gobiernan comunes y socialistas.
Un anticipo de ello son las declaraciones del jueves –luego matizadas– en las que Díaz Ayuso se mostraba dispuesta a ir a por todas para que Madrid arrebate a la capital catalana el Mobile World Congress (MWC), con cuyos dirigentes, dijo, negocia desde hace semanas. Fue una manera de poner las cartas boca arriba sobre la mesa. El Madrid más desinhibido de los últimos tiempos, la capital cuyo crecimiento vertiginoso está acelerando el fenómeno de la España vaciada, enfila la proa hacia una Barcelona titubeante que aún no se ha recuperado de la conmoción del procés.
No es el único frente abierto de este conflicto en ciernes. En los últimos meses, la Comunidad ha llamado a la puerta de agentes culturales barceloneses ofreciéndoles todas las facilidades para trasladarse a la capital. Sin ningún complejo.
Barcelona tiene hasta cierto punto motivos para preocuparse. No tanto por el riesgo de perder el Mobile porque se lo vaya a quedar Madrid, como por la carga de profundidad que supone la apertura de hostilidades por parte de sus dirigentes. La competencia que se plantea es feroz y pondrá a prueba la capacidad de reacción de una ciudad que no es precisamente ágil a la hora de tomar decisiones.
De entrada, no está en manos del gobierno madrileño, por mucha seducción que despliegue, lograr que el Mobile deje de ser un congreso barcelonés. Este matiz no es menor: el MWC no es un certamen itinerante que se celebra temporalmente en Barcelona, sino que ha crecido en la ciudad –cuando recaló en la capital catalana era una feria menor– y está impregnado del estilo Barcelona de organización de actos. Dicho de otra manera, si a partir del 2023 deja de celebrarse en la ciudad, no será para trasladarse, sino para reinventarse en otro lugar.
Su hipotética nueva sede tendría que disponer de tanto o más espacio que l’hospitalet y Barcelona –Madrid no está hoy en condiciones de ofrecerlo–; debería invertir mucho tiempo en articular equipos humanos con cultura Mobile y habría de tener en cuenta el conjunto de actividades y acontecimientos que están creciendo alrededor del congreso, un entorno que la sociedad barcelonesa, con cierto retraso, empieza a hacerse suyo.
En medios del Mobile World Congress se resta importancia al órdago político de Madrid y se insiste en el argumento de que ésta es una feria profesional para profesionales. Es decir, se subraya que Barcelona y l’hospitalet continuarán siendo la sede ideal –al menos hasta que expire el contrato en el 2023– mientras sigan mejorando la atención y los servicios que reciben los participantes, para lo que resulta fundamental la prevista
Barcelona no tiene que preocuparse en exceso del órdago lanzado por Madrid para arrebatarle el Mobile World Congress, siempre que se consolide un marco político estable, se mejore la atención a los profesionales y prosperen apuestas como el 4YFN, el X-side o el foro de tecnoética Digital Future Society.
Aflora esa capital más desinhibida que nunca que está acelerando el fenómeno de la España vaciada
La competencia que se plantea va a poner a prueba la capacidad de reacción de una Barcelona titubeante
ampliación del recinto de la Fira en Gran Via. En el mismo contexto se valora el éxito que pueden tener los certámenes que en paralelo se desarrollan bajo el paraguas de la Mobile World Capital, que son el auténtico legado del congreso. El 4YFN, la apuesta del Mobile por las start-ups, está ya consolidado, pero este año se estrena X-side, la que está llamada a ser la división de la creatividad, el ocio y la participación ciudadana del congreso, y que coorganizará el festival barcelonés Sónar. Éste ha fichado para el acontecimiento a uno de sus cabezas de cartel, el productor, músico y DJ Richie
Hawtin.
Otro proyecto ilusionante que tiene relación con el Mobile es convertir Barcelona en un foro permanente y global de debate en torno a los dilemas éticos de la tecnología, para lo que se cuenta con un instrumento como la Digital Future Society.
La prueba de las expectativas que ha generado esta idea es el llenazo de público cualificado que registró el Cercle d’economia el pasado martes en el estreno del ciclo Barcelona capital global del humanismo tecnológico, a cargo del consultor político
Antoni Gutiérrez-rubí.
Instituciones, empresas, individuos y asociaciones de la ciudad se han propuesto colaborar activamente para que prospere esta iniciativa, que el teniente de alcalde de Cultura de Barcelona, Joan Subirats, define como “la politización de la transición digital en el sentido de discutir de ganadores y perdedores, de distribución de costes y beneficios”.
Y de los políticos de izquierda a las empresas: en el mismo acto del Cercle, la consejera delegada de Telefónica España, María Jesús Almazor, dijo que es necesario “debatir sobre humanismo y tecnología desde el momento en que un cambio de valores en la sociedad es un cambio de valores en las empresas”.
La ventaja de esta apuesta es que pueden sintonizar con ella personas de un amplio espectro ideológico. Los requisitos son que se consolide una cierta estabilidad política y que se consensúe el marco del debate; es decir: discrepemos, pero que sea en Barcelona.