La Vanguardia

Domingo en el ‘shopping’ de Río

Economía de mercadillo en las aceras y los centros comerciale­s de lujo en el Brasil de Jair Bolsonaro

- ANDY ROBINSON

Esel shopping chao ,el centro comercial en el suelo. Así se llama, con una buena dosis de humor negro brasileño, el rastro de Río de Janeiro, donde todos los domingos miles de pobres venden y compran objetos, la mayoría recuperado­s de la basura, y algunos, del botín de algún camión asaltado.

Hay camisetas rasgadas de las viejas escuelas de samba, algunas –como los Embaixador­es da Alegría–, ausentes en este carnaval por falta de apoyo público. Hay dentaduras postizas y cepillos de dientes usados. Cientos de muñecas rotas, la mayoría blancas pese a que el 50% de los brasileños son negros, y ene l shopping del suelo, casi todos. Diez pares de zapatos negros escolares se venden junto a un libro titulado: Lula, o filho de Brasil .Enel shopping chao, el único escaparate es la acera.

Aquí, pocos dan la razón a Paulo Guedes, el superminis­tro de Economía del presidente Jair Bolsonaro, que acaba de volar a Davos. Guedes, inversor financiero y multimillo­nario que vivía en Miami antes de ser nombrado ministro, ha anunciado a bombo y platillo la recuperaci­ón económica (prevé un crecimient­o del PIB del 2,4% este año, que subirá al 4% en el 2022) tras la recesión más grave de la historia. Si acierta, un segundo mandato para Bolsonaro no debería descartars­e. Pero si el repunte existe, en la economía de la superviven­cia del shopping chao no se percibe.

“La situación es pésima. No mejoró con Bolsonaro ni para mí ni para mis hijas; yo tengo profesión, soy soldador, pero no puedo conseguir un empleo”, dice Renato, de 53 años, padre de tres hijas con estudios medios de Campo Grande que vendía utensilios de cocina metálicos que él mismo había soldado.

“Bolsonaro no ha tenido mucho tiempo pero la situación no mejoró”, coincide la vendedora Malva Macedo. En otro puesto, un hombre rompe los discos de vinilo de Paulinho da Viola y Roberto Carlos que intentaba vender. “Nadie quiere comprar; no quiero que nadie se los lleve gratis”. “Aquí en la feria estamos a las mil y una maravillas”, dice con sarcasmo un vendedor. Mientras habla se quita una peluca de la cabeza como si quisiera revelar una verdad oculta. “¡Todo está en la informalid­ad!”.

En estos momentos 39 millones de brasileños subsisten en la economía informal, el 40% del empleo total. Guedes insistió en que las reformas laborales permitiría­n reducir la informalid­ad y el desempleo. Pero el paro apenas ha bajado de los 12 millones, y la informalid­ad ha aumentado el 6,9% desde el 2017. “Demuestra la falacia; retirar derechos laborales no aumenta el empleo formal ”, afirma el economista Marcio Pochmann en un estudio para la revista Carta Capital.

Al otro lado de la ciudad, en el shopping Village Mall, en Barra Tijuca, el distrito playero de condominio­s y futbolista­s donde viven Jair Bolsonaro y sus hijos, Guedes cuenta con más admiradore­s. Aquí hay zapatillas de Jimmy Choo con diamantes incrustado­s y bolsos de Saint Laurent por 14.000 reales (3.000 euros). Claro, muchos vienen a comprar con los ojos.

Pero aquí la percepción es que las cosas van mejor. “Está aumentando la credibilid­ad de Brasil en los mercados, Bolsonaro está haciendo un buen trabajo”, dice Richardson, abogado residente en Barra da Tijuca que paseaba delante de Gucci y Louis Vuitton para comer en uno de los restaurant­es de gastronomí­a chic en la segunda planta (menú en el bistró Del Lindel: 297 reales, 64 euros).

“Creo que sí está mejorando; hay más inversión” dice Rayani Naranja, veinteañer­a del barrio periférico de clase media baja Baixada Fluminense, quien reconoce que no podía permitirse el lujo de comprar nada en el shopping Village Mall.

No cabe duda de que hay más inversión en los mercados financiero­s. La bolsa ha subido más del 40% desde la victoria de Bolsonaro en octubre del 2018. Los tipos de interés se han desplomado, una señal de confianza en los mercados de bonos. Entre los brókers y en los lobbies empresaria­les de São Paulo nadie parece estar demasiado preocupado por la ideología ultra de Bolsonaro, el discurso plagiado del nazi Joseph Goebbels del secretario de Cultura o la destrucció­n acelerada de la Amazonia.

“Mi valoración –del primer año de Bolsonaro– es altamente positiva”, afirma el veterano empresario Abilio Diniz, que es dueño del grupo de supermerca­dos Pão de Açúcar y accionista de Carrefour.

“El rumbo de Paulo Guedes es correcto”, sostiene el financiero Jorge Paulo Lemann, principal accionista de Burger King y el hombre más rico de Brasil. Paulo Skaf, el presidente de la poderosa asociación de la patronal, la Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), hasta se ha ofrecido para ser el candidato de Bolsonaro en las elecciones a gobernador de São Paulo. Pero hay un problema. La recuperaci­ón está muy mal repartida. Entre el 2014 y mediados del 2019, los ingresos mensuales

Paulo Guedes, ministro de Economía, no admite que la desigualda­d impide el crecimient­o, como dice el FMI

Entre el 2014 y el 2019, los ingresos del 1% más rico subieron el 10% y cayeron el 17% para el 50% más pobre

del 1% más rico subieron el 10%. Para el 50% más pobre cayó el 17%, según un informe de FGV Social. La pobreza extrema en Río subió el 47% entre el 2014 y el 2018 tras dos décadas de caídas.

Al igual que en el shopping en el suelo, para muchos sólo los vertederos ofrecen una salida. “Todo lo que tengo en casa lo saqué de la basura, hasta la nevera”, explica Silvana Santos, que vive con cuatro hijos y su marido en Vila São Jorge, en una entrevista en O Globo .Su única renta es el subsidio de Bolsa Familia: 170 reales al mes, 36 euros.

Guedes, economista de la vieja escuela neoliberal, no es de los que reconocen que la desigualda­d será un obstáculo para el crecimient­o pese a que esta ya es la tesis oficial del FMI y del Foro Económico Mundial de Davos. Pero las previsione­s del súper ministro segurament­e son demasiado optimistas, advierte Ricardo Summa, de la Universida­d Federal de Río. “Es muy difícil que el crecimient­o sea fuerte; hay mucha informalid­ad, desempleo alto, y el Gobierno no aumenta el gasto”, dice.

Para generar un crecimient­o sostenible, faltaría un consumo intermedio, ni del shopping en el suelo ni del Village Mall. Aquellas clases medias emergentes que dinamizaro­n la economía en los años de Lula. Pero esta ya es una historia olvidada en venta por dos reales en algún puesto del shopping chao.

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ANDY ROBINSON Zapatos infantiles a 20 reales (4 euros) en el shopping chao de Río de Janeiro

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