La Vanguardia

“¿El seguro? ¡Hay que trabajar!”

Propietari­os, camareros, amigos, familiares y la brigada de Torredemba­rra arriman el hombro para retirar toneladas de arena del paseo marítimo

- Sara Sans Torredemba­rra

La mayoría de casas del paseo marítimo de Torredemba­rra tienen una puerta trasera. “Antes, cuando crecía el mar, el agua entraba por la de delante y salía por la puerta de atrás”, explica Joaquima. Más que enfrentars­e a la fuerza de la naturaleza, se aliaban a ella. Pero eso era antes. Esta semana, de nada sirvieron los pequeños muretes con los que algunos propietari­os protegiero­n las puertas de sus locales. Un temporal nunca visto hizo que el mar entrara como una furia hasta la segunda línea de costa, arrasando con todo lo que encontró por delante y dejando tras de sí toneladas de arena que costará días retirar.

La fuerza del mar pudo con todo. Mientras el agua arrastraba mobiliario urbano, sillas y mesas y lo que fuera, el viento reventaba toldos y multiplica­ba la virulencia del agua, que inundó locales y estropeó neveras y congelador­es. Como en tantas otras localidade­s costeras, la noche del martes fue una pesadilla que contrastab­a con el sol espléndido y la manga corta que se imponía ayer al mediodía.

“Nunca habíamos visto algo tan fuerte”, asegura Joaquima del Xaloquell, que creció y se jubiló en el bar que su padre abrió hace 65 años y que ahora lleva su hijo. Y eso que “desde octubre y hasta ahora ya hemos tenido cuatro llevantade­s yde las fuertes, ¿eh?”, insiste. Pero no tanto como esta. De la terraza, en pleno paseo, sólo queda la estructura del toldo. “¡Joaquima, parece que hemos vuelto a los orígenes!”, les dice un vecino recordando que el Xaloquell fue al principio un chiringuit­o en plena playa.

En un buen tramo, la arena ha enterrado las baldosas. Desde que amaneció, la brigada de limpieza municipal trabaja en el paseo y desde que paró de llover, cuatro máquinas y un tractor van retirando la arena hacia la verdadera playa. “Pero esto necesita horas y horas... No sé si para sábado... Primero tuvimos que abrir paso para que pudiera salir el agua acumulada en las calles de detrás y ahora, nos queda todo esto...”, explica Alexis, el encargado de la limpieza viaria de Torredemba­rra contemplan­do montañas y montañas de arena sobrevenid­a.

“Oiga, ¿podemos comer algo aquí?”, le pregunta un matrimonio que ha venido a comprobar el estado de su apartament­o. Pero no, hoy no pueden. No hay terraza. La comida que había en los congelador­es se ha estropeado. El local está patas arriba. “Pero el sábado abrimos, hemos hecho fotos para mostrarlas a los del seguro”, dice Joaquima.

“¿El seguro? ¡No podemos esperar a que vengan! ¡Cada día que no trabajamos nos cuesta un dineral! ¡Hay que trabajar!”, exclama Nely,

El mar se adentró hasta la segunda línea de costa; las terrazas quedaron arrasadas y los locales, inundados

la propietari­a del restaurant­e Sirga. El video que grabó desde su casa, en un primer piso, se hizo viral. “Pero nos pusimos manos a la obra desde el primer momento, ¡hay que tirar adelante!”, dice. El miércoles se fue a la ferretería y compró mangueras, botas, guantes, carretilla­s... Mil euros en total. Llamó al encargado de los toldos, al electricis­ta y durante 18 horas ahí todo el mundo arrimó el hombro. Resultado: ayer al mediodía ya sirvieron más de una docena de mesas. Un pequeño oasis entre tristes montañas de arena. El restaurant­e Òxid, en el extremo del paseo, también pudo reabrir. “Esto no es una catástrofe, aunque ha sido muy virulento”, reconoce Eduard Rovira, alcalde y vecino de Baix a Mar (el barrio marítimo). El Ayuntamien­to espera que los afectados puedan reportar daños por si se establece alguna línea de ayuda.

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XAVI JURIO La terraza del Xaloquell, como todas las del paseo marítimo, no aguantó la furia del mar, la lluvia y el viento
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