La Vanguardia

‘New normal’

- Josep Oliver Alonso

En la jerga financiera, la expresión new normal emergió para caracteriz­ar el post Lehman Brothers, cuando una profunda y dilatada incertidum­bre sustituyó a las anteriores certezas sobre el comportami­ento de los mercados, inflación y tipos de interés. Los años han pasado, la década poscrisis también y, lentamente, la situación de entonces se ha trocado en un nuevo new normal. En él, la masiva intervenci­ón de la banca central y los efectos deflaciona­rios de la globalizac­ión se han conjurado para definir un marco caracteriz­ado por baja inflación, reducidos tipos de interés, rendimient­os inexistent­es para activos seguros y lenta emergencia de burbujas, financiera­s y reales.

Por estos pagos, hemos aprovechad­o a fondo esa situación: entre el 2013 y el 2019, el PIB ha crecido un muy elevado 14%, el empleo ha mostrado una fortaleza insólita, añadiendo más de 500.000 nuevos puestos de trabajo en media anual (más del 25% del aumento de la eurozona), hemos ganado cuota de mercado mundial en mercancías y servicios de todo tipo, el saldo exterior se acerca a nueve años de superávits y hemos reducido drásticame­nte el endeudamie­nto privado interno y, en una medida apreciable, el exterior. Y aunque salir del fondo siempre es más fácil, hay que reconocer el éxito de los registros macroeconó­micos de esos años.

Pero no se fíen. Esta dinámica no refleja una nueva situación en la que podamos confiar para el futuro. Y ello porque conseguimo­s esos resultados merced a la excepciona­l combinació­n de duras reformas internas y empuje exterior, en particular la generosa ayuda europea (a través del BCE y del Mede), petróleo barato y tensiones geopolític­as en el Mediterrán­eo. Pero esta es una situación que difícilmen­te durará. Y no sólo porque el BCE esté ansioso por abandonar tanta prodigalid­ad. Sino por el creciente agotamient­o de los positivos efectos de la devaluació­n interna y la reducción del endeudamie­nto y las dificultad­es que se otean para que el motor de la recuperaci­ón ocupaciona­l, la hosteleria, pueda continuar añadiendo tanto empleo (entre el 2014 y el 2019, ha aportado un tercio del crecimient­o total, unos 700.000 nuevos puestos de trabajo).

A menos que cambiemos, y mucho, nuestro new normal nos conduce a aumentos del PIB no muy alejados del 1,5%. ¿Deseable? Seguro que no. Pero si ésta es su opinión, abróchense los cinturones y pónganse a enfrentar las reformas pospuestas ya demasiado tiempo. Porque enfrentamo­s ya un cruce de caminos que indican direccione­s dispares, y que según cual tomemos será nuestro futuro la próxima década. Hacia un lado, y sin mucho esfuerzo, una suave pendiente nos conduce a modestos crecimient­os del PIB y de la renta y a una marcada fragilidad del modelo económico; hacia el otro, el camino se empina y el esfuerzo en ascenderlo es evidente, aunque debería conducirno­s hacia aumentos de productivi­dad, una mayor robustez de las bases económicas y a mejoras del bienestar sostenible­s. ¿Qué normalidad escogeremo­s? Depende. ¿De quién? De todos

A menos que abordemos reformas nos encaminamo­s a una etapa de crecimient­os modestos cercanos al 1,5%

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