Las guerras lastran África a pesar del compromiso de sus líderes con la paz
La Unión Africana se compromete a mediar en el Sahel, Libia y Sudán del Sur
Nueva cumbre, pero viejos propósitos. Los líderes africanos han dado inicio a la XXXIII cumbre de la Unión Africana (UA) en Adís Abeba, la capital de Etiopía, con un lema muy claro: “Silenciando las armas”, que afianza el compromiso de finalizar los conflictos que asolan el continente desde hace años.
Abdul Fatah al Sisi, presidente de Egipto y también presidente saliente de la UA, inició el encuentro hablando de uno de los objetivos más ambiciosos de la organización, el proceso a largo plazo de desarrollo para el 2063, con el objetivo de fortalecer la seguridad, la paz y la integración regional.
Tras su discurso, el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa recogió el testigo de la presidencia de la organización y centró su comparecencia en el actual esfuerzo de la UA por acabar con los conflictos abiertos a lo largo de África, como la guerra civil en Libia, la amenaza yihadista en el Sahel, la transición hacia el acuerdo de paz en Sudán del Sur o las disputas enquistadas de Somalia y República Centroafricana.
A esta primera sesión de la cumbre acudió el secretario general de la ONU, António Guterres, que subrayó su total apoyo hacia la paz conjunta. “Silenciar las armas no solo es un compromiso de paz y de seguridad, sino una iniciativa sostenible para el desarrollo de los derechos humanos”, señaló Guterres y además destacó tres desafíos de “extrema urgencia”: implantar nuevos programas contra la pobreza, luchar contra el cambio climático y acabar con la violencia.
Uno de los asuntos clave que se trataron ayer fue la intervención de la UA en la resolución del conflicto en Libia. Ramaphosa manifestó el deseo de convocar una mesa de diálogo entre las partes implicadas, el Gobierno reconocido en el marco internacional de Fayez Serraj y las fuerzas del este, coordinadas por Khalifa Haftar, quien rehusó firmar el pacto de alto al fuego propuesto por Rusia y Turquía el mes pasado.
La primera medida que Ramaphosa llevó a cabo ayer por mediación del vicepresidente sudafricano David Mabuza ha sido encontrarse por separado con los dos bandos enfrentados en Sudán del Sur, el presidente Salva Kiir y el jefe de las fuerzas rebeldes y expresidente Riek Machar, para avanzar en la transición hacia la estabilización completa del país. Ambas partes firmaron hace dos años en la cumbre de la UA el histórico acuerdo de paz y establecieron una fecha máxima de formación de gobierno que ha sido prorrogada tres veces hasta el 22 de febrero de este año.
La lucha contra el extremismo ha estado presente en el primer día de cumbre, especialmente por el Sahel. Guterres ha resaltado que el terrorismo es “una amenaza global” y que “es necesaria una nueva coalición para combatir el terrorismo en África”. En enero
António Guterres señaló como desafíos de “extrema urgencia” la pobreza, el cambio climático y la violencia
los países del G-5 el Sahel (Níger, Mauritania, Burkina Faso, Mali y Chad) acordaron reforzar la cooperación militar con Francia, que envió 220 soldados más otros 600 a comienzos de mes a la frontera entre Mali, Burkina Faso y Níger. La insurgencia islámica se encuentra al mismo tiempo en Somalia de la mano de Boko Haram y en el norte de Camerún, país también inestable debido a los separatistas anglófonos. El país celebró ayer elecciones parlamentarias y municipales.
Otra transición hacia la paz que también preocupa a los líderes africanos es la de la República Centroafricana, que continúa arrastrando el acuerdo firmado hace un año en Jartum (Sudán) entre miembros del Gobierno y líderes de los 14 grupos armados.
Falta por resolver también la transición de Sudán a la democracia después del derrocamiento, hace un año, del presidente Omar al Bashir. El país sigue en manos de un Gobierno de civiles y militares. La violencia contra las mujeres y las nuevas infraestructuras, como la presa etíope que amenaza el suministro de agua a Egipto, son también temas de debate.