Un largo adiós
¿Qué vamos a hacer, a partir de hoy, sin Bcnegra? El festival dirigido por Carlos Zanón celebró ayer su última jornada con una traca final en el foso del mercado de Sant Antoni, en un concurrido maratón de mesas redondas que convocó a destacados nombres de la literatura –a secas– como Teresa Solana, Marc Pastor, Rosa Ribas o los dos encargados de cerrar la persiana, Dominique Manotti y Javier Cercas.
Manotti ha viajado en Oro negro (Versátil) a los años 70 en que se dibuja un nuevo mecanismo de reparto mundial del petróleo y se acaba con la french connection que tenía el monopolio del tráfico de heroína a los EE.UU. De hecho “EE.UU. es un país modulado por lo delictivo, las mafias son las que integraron a los emigrantes, y tienen ciudades enteras como Las Vegas construidas con el dinero de los delincuentes, que querían blanquear, lo sabe todo el mundo y no les importa”. Habló de Daquin, su inspector homosexual, cuya personalidad tomó “de los muelles y la industria textil de Marsella, donde ejercí de sindicalista, en ambientes muy viriles, donde los hombres se tocan continuamente”.
Cercas –“me siento como un intruso, yo no sé si he hecho una novela negra, pero si ustedes lo dicen...”– contó que (Planeta) va de la justicia, la venganza y el odio. “Ojo con el odio, que dura más que el plástico en los mares. La única cosa que cura el odio ¿saben cuál es? El amor, no hay otra. Cuando Melchor Marín, mi protagonista, dice que le parece un sentimiento respetable, le contestan: ‘Eso es como tomarte un vaso de veneno pensando que así vas a matar a la otra persona’”.
Cercas confirmó que va a haber un total de cuatro libros del mosso
Marín –le pidió consejos a Manotti sobre cómo mantener el interés por el mismo personaje en varias entregas– y afirmó: “No sabemos quién fue el mosso que disparó a los yihadistas en Cambrils, no sé si lo podré conocer algún día, creo que sí”.
Previamente, en un original formato, tres libreros subieron al estrado a hacer recomendaciones. Mercedes Corbillón, Xavier Vidal y Pablo F. Sopuerta citaron, entre otros –la gente tomaba nota–, El último beso (Salamandra) de James Crumley; la serie Méndez de González Ledesma; El último barco (Siruela/columna) de Domingo Villar, Belleza roja (Lumen) de Arantza Portabales; Los hijos del fuego (Ediciones B) de Pedro Feijoo; la
Trilogía de los años oscuros (Siruela) protagonizada por la periodista de
La Vanguardia Ana Martí, de Rosa Ribas y Sabine Hofmann; los Carvalhos
de Vázquez Montalbán; las dos novelas que Terenci Moix firmó con el seudónimo de Ray Sorel...
En fin. Hoy, tras once días intensos, andaremos nostálgicos por la ciudad, imaginando que nuestros compañeros de autobús esconden un cadáver y rememorando escenas vividas en la Bcnegra: la receta que nos dio el escocés Alan Parks del mejunje que su tío drogadicto se tomaba en casa (una peculiar mezcla de laca del pelo y leche desnatada); la espigada estampa del aristócrata sueco Niklas Natt och Dag, firmando sus libros junto a un cirio encendido para quemar el sello familiar que luego estampaba en cada volumen; el combate poético, con guantes de boxeo y todo, celebrado en los cines Aribau; las rutas nocturnas por un cementerio del Poblenou poblado de fantasmas; descubrimientos como el de la argentina Dolores Reyes... Todo nos recuerda Bcnegra. Al menos hoy, nos podremos ir al premio Biblioteca Breve, que se hará público en el Museu Marítim, para olvidar nuestras penas. Pero ¿y mañana? ¿Qué haremos mañana sin el Bcnegra?
Javier Cercas y Dominique Manotti pusieron el broche final al festival Bcnegra