El letal impacto político de la ultraderecha
La llegada a la política alemana de la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AFD), fundada en el 2013, ha tenido efectos letales en la aritmética parlamentaria al fragmentar con su presencia los hemiciclos, lo cual dificulta más la formación de coaliciones de gobierno. La AFD entró en el Bundestag en las elecciones de septiembre del 2017, y tiene representación en los hemiciclos de los 16 länder. En los sondeos a nivel federal suele recabar al 15% de apoyos, pero en los länder del este ronda el 20%. En términos aritméticos, el cordón sanitario a los ultras de los demás partidos hace que sea cada vez más complejo sumar mayorías en hemiciclos a veces con hasta siete partidos. En Turingia se produjo además la tormenta perfecta que viene mascándose en los länder de la antigua RDA comunista, donde la ultraderecha es fuerte, pero también lo es el partido izquierdista Die Linke, con el que la CDU no quiere tener tratos. Ante el doble veto, los democristianos de Turingia eligieron saltarse el veto a la AFD y votaron con ella al candidato liberal en detrimento del izquierdista Bodo Ramelow, ganador de los comicios. La AFD –que estaba exultante por su rol de hacedora de rey y se indignó al revertirse la situación– criticó ayer por boca de su presidente honorario, Alexander Gauland, la “política de exclusión de nuestro partido democrático; es totalmente absurdo y poco realista no querer cooperar con la Afd a largo plazo”.