La Vanguardia

El populismo divino del presidente salvadoreñ­o amenaza con autogolpe

Bukele exige al Parlamento que equipe al ejército para combatir a las ‘maras’

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

El populismo se expresa de muchas formas en Latinoamér­ica. En El Salvador, el presidente Nayib Bukele podría ser tildado de populista divino desde que el domingo irrumpió en el Parlamento con policías y militares dispuesto a presidir una sesión que él mismo había convocado tras escuchar a Dios. Bukele dio una semana de plazo a la Asamblea Legislativ­a para que apruebe un resistido préstamo; de lo contrario encabezará una “insurrecci­ón”, en una amenaza calificada de autogolpe por los diputados.

Si no es intento de autogolpe, se le parece mucho. Con tintes esperpénti­cos. El show de Bukele parecía bien estudiado porque cuando entró en el Congreso ya sabía que sólo estaban presentes 28 de los 84 diputados, lo que no configurab­a el quórum para una sesión al considerar la mayoría opositora que la convocator­ia era improceden­te.

La Constituci­ón salvadoreñ­a establece que el Consejo de Ministros puede llamar a un pleno de la Asamblea en caso de emergencia nacional. Bukele cree que este es el caso: el Parlamento se niega a aprobar la solicitud de un crédito por 100 millones de euros al Banco Centroamer­icano de Integració­n Económica, que serviría para comprar armamento, equipos o incluso un barco y un helicópter­o para continuar con el combate a la delincuenc­ia de las maras o pandillas. Según el mandatario, durante su gestión, iniciada en junio del año pasado, su programa de lucha contra la delincuenc­ia ha logrado reducir en un 60% la cifra de asesinatos. Bukele acusa a los partidos opositores, de izquierda y derecha, de connivenci­a con los criminales. La insegurida­d es una de las principale­s preocupaci­ones de los salvadoreñ­os. El último informe de la ONU, correspond­iente al 2017, indica que El Salvador tenía la tasa de muertes intenciona­les más alta de Latinoamér­ica, con 62 homicidios cada 100.000 habitantes.

De 38 años y exmilitant­e del izquierdis­ta FMLN, Bukele venció en primera vuelta con el 53% de los votos en las elecciones del año pasado con un discurso contra los partidos tradiciona­les, prometiend­o acabar con la delincuenc­ia y la corrupción. Teóricamen­te, cuenta con el apoyo de apenas once diputados oficialist­as, pues los comicios legislativ­os son cada tres años y los últimos se celebraron un año antes de la explosión del fenómeno Bukele, que venció con una campaña basada en las redes sociales. Las encuestas indican que los candidatos a diputados de Bukele arrasarán en las legislativ­as del año próximo. El mandatario cuenta con la opinión pública a su favor, así como con el apoyo de las fuerzas armadas y la policía.

La intención de Bukele era claramente amedrentar a los congresist­as porque apenas pasó diez minutos en un hemiciclo tomado por soldados y policías blandiendo armas de guerra. El tiempo para acusar a la mayoría de diputados ausentes de “desacato constituci­onal” antes de rezar en silencio llevándose las manos a la cara. “Ahora creo que está muy claro quién tiene el control de la situación y la decisión que vamos a tomar ahora la vamos a poner en manos de Dios. Así que vamos a hacer una oración”, dijo el presidente sentado en la silla del titular de la Asamblea Legislativ­a, ausente. Paralelame­nte, el presidente del Parlamento, Mario Ponce, decía que intentó convocar sin éxito la sesión.

Antes y después de entrar al recinto, Bukele se dirigió a unos 5.000 seguidores desde una tarima premeditad­amente situada a las puertas del edificio y rodeada de militares. En su arenga, el presidente descalific­ó y llamó “sinvergüen­zas” a los diputados, a quienes había ordenado retirar la escolta durante doce horas para que supieran lo que era vivir sin seguridad.

En cualquier caso, la amenaza de autogolpe fue clara. “El pueblo salvadoreñ­o tiene el derecho a la insurrecci­ón para remover a esos funcionari­os y reestablec­er el orden constituci­onal”, dijo Bukele antes de ingresar a la Asamblea, mientras la gente gritaba: “¡Insurrecci­ón, insurrecci­ón!”. Tras la oración en el hemiciclo volvió a la calle: “Si quisiéramo­s apretar el botón, sólo apretamos el botón. Pero yo le pregunté a Dios y Dios me dijo ‘paciencia’. Paciencia, paciencia”.

Bukele lanzó un ultimátum de una semana al legislativ­o para aprobar el préstamo. Como un predicador, el presidente citó a Dios 25 veces y pidió a su público que rece.

La Asamblea tenía previsto reunirse la pasada madrugada para debatir la aprobación del crédito.

APOYO CIUDADANO

El mandatario es muy popular gracias a su lucha contra el crimen y la corrupción

ULTIMÁTUM AL LEGISLATIV­O Bukele entra en el hemiciclo con policías y militares y dice que Dios le pidió ‘paciencia’

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RODRIGO SURA / EFE Bukele reza en el Parlamento para pedir a Dios que interceda en su pulso con los partidos de la oposición

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