La Vanguardia

Parásitos de Hollywood

- Enrique Lavigne PRODUCTOR

Parásitos ha hecho historia. La mayoría de los miembros de Academia de Hollywood la ha considerad­o el mejor largometra­je a pesar de no ser en lengua inglesa. Tras la creación de la Academia está Louis B Mayer, fundador de los primeros grandes estudios de Hollywood, la Metro. Uno de sus objetivos era mejorar la imagen de la industria del cine y promover su comerciali­zación y promoción dentro y fuera del país.

Los Oscars, creados en 1928, debían premiar ante todo a la película comercial que reuniese los valores del cine industrial norteameri­cano, mayoritari­amente producido por los estudios. De ahí

que cuando jugamos a adivinar quién ganará el premio gordo digamos “ésta no es una película de Oscar”.

Este momento de apertura, muy similar al que estamos viviendo en el escenario de la guerra del viejo Hollywood contra los nuevos estudios (...que tan bien recrea Tarantino usando el flashback en Érase una vez...), que hoy son las plataforma­s de streaming, coincidirí­a con la primera emisión de los Oscar en televisión en plena guerra de la tele contra el cine en 1953.

A partir de entonces, y confinando el cine que se produce y se ve en el resto de la humanidad a una candidatur­a marginal, en la que, como en Eurovisión, se premia al país que es representa­do por la película, hemos visto como algunas de las grandes obras maestras de la Historia del cine eran incluidas en esa lista de agraciados: desde La Strada hasta Amour ,oenladeno agraciadas, como El verdugo, Al final de la escapada y Los 400 golpes.

En cualquier caso, quiero recordar cómo y por qué nacieron estos premios, que su objetivo era comercial y que de manera subsidiari­a se concedía uno de ellos al resto del cine que se producía en el universo. Que el protagonis­ta era lo que hoy entendemos por cine de entretenim­iento, mayormente norteameri­cano. Luego llegaron las excepcione­s y la paradoja como el Oscar que se le concedió a The

Artist en el 2012, una película francesa, muda y dirigida por un director ya olvidado, y que gustó tanto por allí porque era un homenaje al cine cuando no tenía lengua.

Sin embargo, el mismo modo que The Artist no inició una moda de hacer películas mudas, Parásitos sólo moverá los cimientos más allá de ser una anécdota en una efeméride si consigue cambiar las reglas de juego del sistema en plena partida.

Hoy se escribirán y leerán muchos análisis al respecto de este triunfo coreano, de su maravillos­o director (al que, por cierto, Paco Plaza, Carlos Vermut y un servidor, tuvimos el placer y honor de entregar un premio por su carrera en la Seminci), e incluso puede que se hable sobre el milagro coreano, una cinematogr­afía inexistent­e hace dos décadas, convertida hoy en superpoten­cia gracias a un diseño proteccion­ista de los sucesivos gobiernos que aquí sería impensable.

El debate hoy está en si esta globalizac­ión del cine y del entretenim­iento, democratiz­ado a nivel mundial a través del consumo en casa , es la primera piedra en una autopista que reúne el mejor cine de todos los países en los que se produce cine o entretenim­iento (para mí no es lo mismo; reitero, para mí). Y si esto afectará de alguna manera a los Oscars y sus rígidas reglas.

Sólo así Parásitos, desde esta madrugada la mejor película del año y del mundo para Hollywood, y anteriorme­nte premiada en Cannes, será realmente el hito histórico que merece el cine.

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