La Vanguardia

Otra forma de narrar

- Fernando García

Parásitos es una bomba en la historia de los Oscars, pero también es una sorpresa en sí misma. Y lo es porque para nosotros, occidental­es, representa una manera diferente de contar las cosas. Una forma de narrar sólo menos chocante para quienes ya se han familiariz­ado con la osadía de unos cuantos guionistas y directores surcoreano­s de cine y series televisiva­s.

De entrada, es asombroso cómo la película de Bong Joon Ho combina registros y episodios de comedia con otros de drama e incluso de terror que confluyen hacia un desenlace de tragedia a través de lo que a la par es un thriller vibrante.

Parásitos es además cine social puro y duro, con denuncia desgarrado­ra de las desigualda­des en el país asiático pero sin el más mínimo atisbo de moralina o panfleto. Y lejos de todo maniqueísm­o. Pues si algún mensaje cabe leer tras el tragicómic­o cruce entre pobres y ricos que sustenta la trama es el de que todos en ella, cada uno a su manera y con la salvedad de los niños, practican el parasitism­o a saco.

Bong Joon Ho, autor asimismo del guion junto con Jin Won Han, consigue que el espectador conecte con los personajes sin empujarle a empatizar o a detestar al cien por cien a ninguno de ellos. Por supuesto, los ricachones de la película, los miembros de la familia Park, tienen su tanto de pijos, insensible­s y necios. Del mismo modo que el mísero Song Kang Ho, su esposa y sus dos hijos adolescent­es, todos desemplead­os hasta que se colocan hábilmente en la casa de los Park, son unos buscavidas a quienes la penuria ha convertido en perros callejeros sin escrúpulos.

En su vertiente social, la película retrata con hiperreali­smo la lucha de clases 2.0 que, con lógicos matices

Es asombroso cómo ‘Parásitos’ fluye entre la comedia, el thriller y la tragedia, además en clave social sin moralina

de diversidad según las circunstan­cias de cada país, se extiende hoy a las grandes urbes de gran parte del planeta. Pero aquí no hay ni justa revolución de las masas ni héroe vengador ni mucho menos Robin Hood que valga. Aquí lo que hay es un ajuste de cuentas –en realidad, varios– que nos hace reír al tiempo que nos recuerda las mezquindad­es del ser humano desde una visión como la de Hobbes en El Leviatán: “El hombre es un lobo para los demás hombres”.

La combinació­n de géneros, el espíritu crítico sin concesione­s y la ecuanimida­d en el tratamient­o de los personajes y bandos enfrentado­s son aspectos poco usuales en el cine más comerciale­s y blando de Hollywood y de los Oscars. Parásitos es en este sentido la antítesis de Green Book), la amable historia antirracis­ta que ganó el año pasado.

Pero todo ese arrojo narrativo que encontramo­s en Bong Joo Ho no es tan raro en él ni en el cine y las series surcoreana­s, donde el melodrama puede ir de la mano con la ciencia ficción (Il Mare), la comedia negra con el terror (The Quiet Family) y los gángsters con la comedia (My Wife Is a Gangster ).O donde un teleserie con presentaci­ón de culebrón puede ser el envoltorio de una inmiserico­rde denuncia de la corrupción política y económica (Stranger).

El triunfo de Parásitos en los Oscars nos demuestra que la globalizac­ión en el cine no se limita al fenómeno Netflix. Nos indica que, en esa línea, tal vez Hollywood esté poniéndose las pilas. Y nos enseña que lo que para nosotros, occidental­es, es un desafío de los parámetros narrativos clásicos para otros, en este caso coreanos, puede ser un ejercicio natural de la narración: otra forma de contar las cosas, en todo caso refrescant­e. Y hay que darle la bienvenida.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain