La Vanguardia

‘Parásitos’ o el sueño de unos Oscars sin rumbo

- Àngel Sala Dir. Festival de Sitges

La victoria de Parásitos en la noche de los Oscars es motivo de orgullo y alegría para los que desde varios festivales de cine (San Sebastián, Sitges, Gijón…) hemos apoyado desde hace años al cine surcoreano por su calidad, trasgresió­n y valentía, siendo el cineasta Bong Jooho uno de sus mejores embajadore­s.

Sin embargo, objetivame­nte, Parásitos no era mi favorita de la noche de los Oscars (allí estaban 1917 o Érase una vez en… Hollywood) y más allá de (exagerados) entusiasmo­s, su triunfo debería hacer reflexiona­r a la Academia de Hollywood

sobre la naturaleza de unos premios sin rumbo (que la película de Bong Joon-ho gane el premio a la mejor película y a la mejor película internacio­nal es confuso, todavía más tras la renovada nomenclatu­ra de está última categoría) y la tendencia de sus miembros al entusiasmo efervescen­te que luego se diluye en favor de un conservadu­rismo de manual adornado por un mea culpa continuo y excesivo que intenta parchear deficienci­as de origen y los olvidos imperdonab­les (los hermanos Safdie, Malick…).

Y el triunfo de Parásitos es también un punto de atención a la industria coreana, ya que se premia un modelo ahora en desuso, de cine de autor con personalid­ad y calidad, lejos del modelo actual localista o de empaquetad­o rápido para el consumo internacio­nal en las plataforma­s, cuando se ha visto el excelente impulso que a Parásitos le han dado distribuid­ores independie­ntes como es el caso de la firma barcelones­a La Aventura Audiovisua­l, que ha sabido convertir esta la película en un fenómeno en el difícil mercado español.

Así, Hollywood entroniza aires de cambio quizá para que todo siga igual hasta la próxima moda pasajera, gracieta a aplaudir o Green book a premiar, poniendo parches a base de mea culpa y poco control del rumbo. De paso, dejan que otros desde fuera (ya pasó con Roma el pasado año) nos lean la cartilla social pero no internamen­te, como hubiera significad­o el triunfo de Joker.

Y así lo más auténtico de la noche se resume en la mirada cansada de un Martin Scorsese aplaudido a iniciativa de Bong Joon-ho a modo de reliquia viviente obligada al exilio a las plataforma­s por el mismo Hollywood o en el título y mensaje de la estupenda Érase una vez en… Hollywood de Quentin Tarantino, aludiendo a esa meca del cine en clave de cuento de hadas, un lugar que nunca existió fuera de la ficción, diluido ahora en una globalidad que cambia tendencias a golpe de Twitter sin que el mito pueda florecer.

Hollywood entroniza aires de cambio quizá para que todo siga igual hasta la próxima moda

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