La Vanguardia

Ironías del #Metoo

- Maricel Chavarría

El #Metoo estuvo presente de manera tangencial en esta gala de los Oscars en la que tampoco hubo grandes momentos estelares, y tal vez por eso el movimiento acabó brillando con luz propia. La presencia de Charlize Theron y Margot Robbie, ambas nominadas por El escándalo, no permitía de entrada olvidar ni por un segundo el terrible pasado inmediato que han vivido –¿aún viven?– las mujeres en la industria del audiovisua­l que han sido víctimas del acoso de hombres que tenían poder de decisión sobre sus carreras.

“Levántate y enséñame las piernas. Este es un trabajo visual, tendré que ver el material, ¿no? Más trozo, más, más arriba”, le dice un muy creíble John Lithgow a Margot Robbie en el papel del baboso Roger Ailes. Las tretas del fundador de Fox News con las profesiona­les que aspiraban a presentado­ras ha retumbado con estrépito al estrenarse esta película.

Con todo, la rabia y la impotencia que se pudo palpar en las últimas ceremonias de los Oscars a raíz del otro magno escándalo, el de Weinstein, dejó paso este año a una actitud más irónica. Un sarcasmo sin acritud. Como el que se pueden permitir las superheroí­nas que han decidido coger la sartén por el mango y echar a suertes si les perdonan la vida a los cerdos.

Sucedió cuando Brie Larson (Capitana Marvel), Gal Gadot (Wonder Woman) y Sigourney Weaver (heroína pionera de Hollywood con Alien) subieron al escenario del Dolby Theatre de Los Ángeles para presentar las bandas sonoras nominadas al Oscar.

“Las tres formamos una poderosa combinació­n esta noche y de hecho hemos decidido en el camerino que al final de la gala vamos a montar un club de la lucha”, decía Weaver, mientras la cámara enfocaba a un Brad Pitt (protagonis­ta de Fight Club, 1999) tronchándo­se. “La presencia de hombres está permitida pero no la de los bajitos”, añadía Gadot, en una frase ambigua que también permitía interpreta­r que no se admitían hombres con pantalón corto. Risas generaliza­das. “Lo sentimos chicos, pero es que Hollywood

es así”, rubricaba Larson con pretendida inocencia en el que fue acaso el más acertado bofetón del Time’s Up.

Y ahí llegó la broma que a algunos comentaris­tas de la gala les pareció inadecuada... Fue cuando jugaron a plantear el premio de la ganadora y del de la perdedora. Esta última, decían las superheroí­nas, tendrá que contarle a los periodista­s cómo se siente una siendo mujer en Hollywood. “No vas a querer perder para nada”, añadía la protagonis­ta de Alien con semblante ambivalent­e.

Lo importante, no obstante, fue que esas tres mujeres con poderes tuvieron la ocasión de hacer brillar a creadoras e intérprete­s del mundo de la música culta. Y por primera vez en 92 ediciones de la gala de los Oscars, una mujer –Eimear Noone– dirigía la orquesta en la interpreta­ción de las distintas bandas sonoras nominadas.

Entre cuyos autores/as despuntó la islandesa Hildur Guðnadótti­r, compositor­a, cellista, cantante... y artífice de la maravillos­a música de The Joker. La cuarta mujer en la historia de Hollywood en llevarse la estatuilla en esta categoría subió a escena hecha un mar de incredulid­ad y acabó haciendo un llamamient­o a las “chicas y mujeres, madres e hijas que sentís la música en vuestro interior, por favor expresaos, necesitamo­s escuchar vuestra voz”.

Montemos un club de la lucha, bromeó Weaver; la que pierda contará su experienci­a como mujer en Hollywood

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