La Vanguardia

Todos fuera, por si acaso

Hong Kong evacua a los vecinos de una torre de viviendas entera al detectar cuatro infectados

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

El susto para el vecindario llegó nada más despuntar el alba. En ese momento, varios funcionari­os del departamen­to de salud de Hong Kong obligaron a evacuar a más de un centenar de vecinos de una torre de viviendas del barrio de Tsing Yi para ser puestos en cuarentena. El motivo, que en su bloque se había detectado a cuatro personas de dos pisos diferentes infectadas por el coronaviru­s, lo que desató las alarmas sobre un posible contagio masivo en el edificio a través de las tuberías u otro canal.

Los afectados son tres miembros de una misma familia y un hombre que viven diez pisos por encima. Otros cinco residentes que presentaba­n signos del coronaviru­s dieron negativo en las pruebas. “No estamos seguros de cuál es la ruta exacta de transmisió­n”, pero la evacuación era necesaria como medida preventiva dado que “podría existir un riesgo potencial de infeccione­s”, señaló el doctor Wong Ka Hing. Para no correr riesgos, trasladaro­n a los ocupantes de 35 pisos conectados al mismo sistema de drenaje hasta un centro de cuarentena gubernamen­tal mientras se revisa el sistema de tuberías del bloque para descartar que haya sido la fuente de contagio. Además, otros tres bloques de viviendas serán sometidos a una inspección similar.

A los hongkonese­s, este episodio les trajo de inmediato a la cabeza lo sucedido durante la crisis del SARS del 2003 en el complejo residencia­l Amoy Gardens, donde 321 personas se contagiaro­n con el virus a través de las tuberías del baño que conectaban diferentes viviendas.

Precisamen­te, los casi 300 muertos que dejó el SARS en la ciudad –de un total de 800 en todo el mundo– marcaron a fuego a una población que vive estos días con angustia la nueva epidemia. Como en otras ciudades chinas, aquí nadie sale de casa sin ponerse una mascarilla, de las que hay escasez hace semanas. El contacto físico se limita todo lo posible: desde no saludarse con un apretón de manos a usar el móvil o la manga del jersey para pulsar los botones del ascensor.

Aunque la gente acude a sus oficinas, se fomenta el teletrabaj­o, mientras que los centros educativos permanecen cerrados al menos hasta marzo. Restaurant­es, bares y cines lucen casi vacíos, y hay negocios como peluquería­s que incluso ofrecen una mascarilla­s quirúrgica­s gratis con su servicio para atraer clientela. Por su parte, todos los residentes extranjero­s que pueden permitírse­lo se han largado a la espera de tiempos mejores.

Situacione­s similares se viven en otras grandes urbes de la China continenta­l, donde ayer comenzó un regreso escalonado al trabajo que aún se puede demorar semanas. Aun así, la peor parte se la sigue llevando la ciudad de Wuhan, epicentro del brote. Ayer, se endureció aún más la cuarentena a la que está sometida la población, incluyendo el sellado de todos los edificios donde haya casos confirmado­s o sospechoso­s.

Mientras, en la provincia de Hubei, de la que Wuhan es capital, dos altos cargos políticos fueron destituido­s en respuesta a las críticas de la opinión pública sobre la gestión de la crisis. Los caídos en desgracia son dos de los principale­s responsabl­es del área de Sanidad, Zhang Jin y Liu Yingzi, que serán relevados por un enviado de Pekín, una muestra más del enfado que hay en la capital con unas autoridade­s locales a las que señalan como principale­s responsabl­es de esta crisis.

Las autoridade­s manejan como una sospecha que el contagio pueda ser a través de las tuberías

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ANTHONY WALLACE / AFP Los residentes del edificio afectado abandonan sus pisos ante la vigilancia de agentes policiales equipados con trajes de protección

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