La Vanguardia

Matteo Salvini

Líder de la Liga

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

El que fue ministro del Interior italiano va a ser procesado y podría enfrentars­e a una pena de 15 años de cárcel por haber impedido durante cinco días el desembarco de 131 migrantes en apuros a los que debía ofrecer puerto seguro.

Luz verde en el último trámite burocrátic­o. El líder de la Liga, Matteo Salvini, podrá a enfrentars­e a un juicio por sus políticas migratoria­s. El Senado italiano levantó ayer su inmunidad parlamenta­ria para que sea procesado por haber bloqueado el desembarco de una nave con 131 migrantes a bordo, y por lo tanto dio vía libre para que prosiga un proceso judicial que podría terminar con una pena de hasta 15 años de cárcel y su inhabilita­ción. Si es declarado culpable, será el fin de su fulgurante carrera política. Aun así, Salvini está dispuesto a asumir el riesgo. De hecho, se ha esforzado en alimentar un teatro judicial y político que presumible­mente todavía le llevará más réditos electorale­s.

El caso se remonta al pasado julio, cuando la nave militar italiana Gregoretti, de la guardia costera, rescató a 131 migrantes en apuros. La coordinaci­ón de la operación fue italiana, con lo que debía ser Italia quien les asignara un puerto seguro. El entonces ministro del Interior les impidió desembarca­r y les retuvo durante cinco días a bordo mientras esperaba que otros países de la UE aceptaran acoger a los náufragos. Salvini fue acusado entonces por un juez de Catania, en Sicilia, de “abuso de poder y secuestro forzado de personas”. En lugar de intentar esquivar el proceso, el liguista reiteró ayer que volvería a hacerlo todo de nuevo.

“La Constituci­ón prevé que defender la patria es un deber sagrado de los ciudadanos, y por lo tanto como ministro, como hombre, como italiano, combatir traficante­s de seres humanos, defender las fronteras, la seguridad, el orgullo, la dignidad y proteger a los italianos y a tantos inmigrante­s regulares en Italia no era mi derecho, era mi deber”, dijo a la prensa antes de entrar en el aula del Senado.

Consciente de la dificultad de esquivar el aval de la Cámara Alta, Salvini orquestó una inusual maniobra de contorsion­ismo político y justo antes de las elecciones regionales en Emilia-romaña ya pidió a los representa­ntes de la Liga en la Junta de Inmunidad del Senado que permitiese­n la sesión de ayer para ser enjuiciado. Después de perder su apuesta en el bastión rojo –donde prometió que si ganaba terminaría con el Gobierno de Giuseppe Conte en Roma–, ayer volvió a pedir a sus senadores que se ausentaran de la votación, que terminó con sólo 76 votos en contra de levantar la inmunidad.

Su intención es clara: presentars­e como un mártir de cara a la opinión pública italiana por ponerse voluntaria­mente ante un tribunal como un gran defensor de la patria. Con más del 32% de apoyo, la Liga sigue siendo la primera formación en intención de voto, y presumible­mente un juicio televisado todavía le daría más popularida­d y le aseguraría la victoria en caso de anticipars­e las elecciones. Además, consigue que el debate migratorio vuelva a la parrilla mediática después de estar apartado de los focos con la nueva y discreta ministra del Interior, Luciana Lamorgese. Sin embargo, esto no significa que será juzgado directamen­te. Ahora el Tribunal de Ministros devolverá el caso a la justicia ordinaria, al tribunal de Catania. Será la Fiscalía de esa ciudad quien decida los delitos que le imputa, y entonces el juez de la audiencia preliminar deberá decidir si abre un juicio formal contra el político.

En su intervenci­ón ante la Cámara Alta, Salvini volvió a tirar de retórica sentimenta­l, citó a sus hijos –“tienen el derecho a saber que si su papá estaba a menudo lejos de casa, no era para secuestrar personas sino para defender las fronteras y la seguridad del país”– y reiteró que a él sólo le podrá juzgar el pueblo. “Salgamos de este aula y hagamos que un juez decida si soy un peligroso criminal. El Gobierno puede continuar algún mes o semana, pero en la democracia el juicio lo da el pueblo”, clamó, dirigiéndo­se directamen­te a los senadores de la Liga. Hasta citó al poeta estadounid­ense Ezra Pound, el inspirador de un

nuevo partido fascista italiano: “Si un hombre no está dispuesto a luchar por sus ideas, o sus ideas no valen nada, o no vale nada él”, publicó en sus redes.

Con los votos en contra del bloque derechista –excepto la abstención de la Liga– y los favorables del centroizqu­ierda, la principal incógnita era qué haría ayer el Movimiento 5 Estrellas (M5E), un partido que hasta no hace mucho compartía gobierno con la Liga y que el año pasado evitó que Salvini fuera a juicio por un caso similar, el de la retención de la nave italiana Diciotti en agosto del 2019. Al final votaron junto a la mayoría gubernamen­tal a favor de enjuiciarl­o.

La estrategia ahora del exministro del Interior será implicar al primer ministro Conte, también jefe del ejecutivo entonces, para demostrar que el bloqueo de la nave no fue una decisión unilateral sino compartida por el jefe del gobierno. Si bien Salvini sí se aseguró tener plenos poderes en materia migratoria con su último decreto para impedir la entrada de barcos en Italia, el ultraderec­hista reivindica que le secundaba todo el ejecutivo, como admitió Conte con el caso Diciotti, cuando Salvini impidió que 177 migrantes desembarca­ran durante varios días.

SIN ARREPENTIM­IENTO “Defender la patria es un deber sagrado de los ciudadanos”, dice el ultraderec­hista

LOS PRÓXIMOS PASOS

El fiscal de Catania deberá imputar al liguista, y el juez, decidir si abre juicio

EL MÁRTIR POPULISTA

El exministro quiere alimentar el proceso para sacar réditos electorale­s

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RICCARDO ANTIMIANI / EFE El líder ultraderec­hista italiano Matteo Salvini tiró de retórica sentimenta­l para defender sus decisiones políticas

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