Los curas casados deberán esperar
Francisco optó ayer por no conceder luz verde a la ordenación de hombres casados en zonas como la Amazonia, donde hay una manifiesta escasez de sacerdotes. El Papa dio así carpetazo a las conclusiones del sínodo de la Amazonia, que el pasado octubre reunió en Roma a 184 obispos. Las preocupaciones de estos eclesiásticos oscilaban entre la catástrofe ecológica derivada de la progresiva deforestación selvática, propiciada por diversos intereses económicos, y la falta de ministros de la Iglesia católica en la zona, que incluye territorios de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, etcétera.
Se calcula que en más del 70% de las comunidades amazónicas no hay curas para oficiar la misa dominical. Muchas personas sólo ven allí al cura un día al año. Esto se debe sobre todo a la caída del número de vocaciones y, por ende, del de sacerdotes.
Así las cosas, el sínodo de la Amazonia apuntó la posibilidad de ordenar a varones casados católicos de fe acreditada, los llamados viri probati. No se trataba, ni por asomo, de abolir el celibato, sino, simplemente, de hallar una medida que paliara el déficit de ministros eclesiales en las zonas más alejadas y desasistidas. Llegó a hablarse también de la posibilidad de que las mujeres pudieran acceder al diaconato. Ambas medidas parecían, además, oportunas en una Iglesia católica sacudida por los casos de pederastia. Pero ayer, en su exhortación
Querida Amazonia, el Papa desoyó la propuesta, omitió ambas posibilidades y encareció a la Iglesia latinoamericana a estimular la vocación amazónica de sus misioneros.
En el trasfondo de este asunto está el pulso entre el sector progresista de la curia y el conservador. Pese a haberse manifestado contrario al fin del celibato, Francisco se alinea en el primero. Pero el segundo no es menos poderoso. Esto pudo reconfirmarse recientemente, cuando se publicó el libro Desde lo más profundo de nuestros corazones, firmado por el cardenal Robert Sarah, jefe de las filas conservadoras, contrario a abrir la mano en el tema del celibato. Este volumen, que llevaba en portada el beneplácito de Benedicto XVI, supuso un enfrentamiento entre Francisco y el Papa emérito, luego desmentido. Pero aquel rifirrafe trajo el apartamiento de sus funciones de monseñor Gänswein, secretario de Benedicto XVI. La abolición del celibato y el acceso de las mujeres a tareas sacerdotales es un viejo anhelo de la Iglesia progresista. Por razones ideológicas, sociológicas y por el acuciante déficit de vocaciones. También por coherencia: hay 90.000 curas casados en la Iglesia católica, no pocos procedentes de otros credos. Es, pues, noticia relevante que esta reivindicación se posponga de nuevo. Porque con un Papa más conservador que Francisco será aún menos probable. Lo cual puede ahondar la brecha entre la evolución de la Iglesia y la de la sociedad.
La negativa de Francisco a ordenar varones casados puede alejar la evolución
eclesial de la social