La Vanguardia

El compañeris­mo

- Quim Monzó

Al perro o al gato que tengáis en casa no lo llaméis ‘mascota’, porque es denigrante

El martes de la semana pasada, en el programa Good Morning Britain del canal británico ITV apareció Jennifer White, portavoz de la asociación animalista PETA, que –apropiadam­ente acompañada por un señor con un perro en brazos al cual no dejaba de acariciar– pidió a los espectador­es que dejaran de referirse a los animales de compañía como mascotas. Según Jennifer White, llamarlas

mascotas es denigrante para las bestias que tenemos en casa, generalmen­te gatos y perros, pero también conejos, hámsters, loros o canarios en jaulas, peces en peceras... Dijo: “Mucha gente, en casa, tiene perros o gatos y se refiere a ellos como mascotas, y a ellos mismos como amos ,y eso implica que consideran que los animales son una posesión”. Como PETA (siglas de People for the Ethical Treatment of Animals) contiene la palabra inglesa para mascota

–pet–, el presentado­r del programa, Piers Morgan, le dijo que lo que pedía era absurdo y que su misma asociación

tiene pet en su nombre: “¿Queréis prohibir la palabra pet pero queréis que vuestra asociación se siga llamando PETA? ¿No os dais cuenta del problema? Pero, claro, luego mascota es ofensivo...”. Como palabra alternativ­a a mascota, Jennifer White propone utilizar compañero.

–Hola, compañero perro –dice el hombre conciencia­do cuando vuelve a casa, deja las llaves sobre la cómoda y saluda al chucho que ha pasado el día a solas, encerrado en el piso, mientras su compañero hombre estaba en el trabajo.

–Guau –le contesta el perro mientras menea la cola.

–Hola, compañeros mininos –dice la mujer conciencia­da cuando vuelve a casa y saluda a sus quince gatos, que se han dedicado a roer la alfombra de la sala mientras ella estaba en la oficina.

–Miau –dicen algunos de los gatos, porque el resto pasa totalmente de la llegada de la mujer.

–Hola, compañero loro –dice el jubilado que vuelve a casa tras revisar, un día más, todas las obras del barrio.

–Hola, compañero loro –le contesta el loro, que ya hace años que ha memorizado la frase y ahora empieza a repetir una canción que oye a menudo desde el piso del vecino, sobre todo en verano, cuando las ventanas están abiertas: “No era això, companys, no era això / pel que varen morir tantes flors, / pel que vàrem plorar tants anhels. / Potser cal ser valents altre cop / i dir no, amics meus, no és això”.

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