La Vanguardia

Ay, los dos gobiernos

- Fernando Ónega

Avanzan, filas de tres en fondo, por las calles de Lleida. Colapsan la ciudad de València. Cortan carreteras en Córdoba. Protestan seriamente en Asturias. Y antes fue Extremadur­a. Y Castilla-la Mancha. Y Castilla y León. La marea campesina. No es todavía una revuelta, pero es el despertar del campo; el quejido de un sector que se considera marginado, olvidado, maltratado, empobrecid­o, vencido por las frías leyes del mercado. Y tiene tractores. El tractor es un arma pacífica, pero puede cortar autovías, puede paralizar una ciudad. Podría paralizar España el día de la ira campesina. El ruido de un tractor en el campo ya forma parte del paisaje auditivo. El ruido de mil tractores en protesta por una autopista es algo perfectame­nte majestuoso.

De los problemas que cercan a Pedro Sánchez, este es el más visible y sonoro. Y con un mal indicio: el que ha empezado a mostrar que puede haber dos gobiernos. Se vio en la jornada de ayer. Por una parte, el socialista con el ministro Luis Planas, que negocia con las asociacion­es agrarias. Por otra, el sector Podemos, cuya ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, se reúne con los jornaleros, se suma el vicepresid­ente Pablo Iglesias, mandan a casa a las patronales y dejan la amarga sensación de que son los ministros de los currantes, para los que habrá más subsidios del PER. Primeros asomos de dos gobiernos. El diálogo, cuando menos, está partido en dos. Primera muesca en la consigna de unidad de acción y mensaje único.

Puede haber más indicios. Esta misma semana, Nadia Calviño presentó las previsione­s económicas. Ortodoxia pura. Como hace unos años, noticia de caída y mensaje de recortes: hay que hacer un ajuste de 8.000 millones. A los pocos días, Iglesias anunciaba su revolución social con una estrella: la renta básica –“ingreso mínimo estatal”—para todos los hogares. Por los pasillos de los ministerio­s que gestiona el Partido Socialista se empezó a escuchar este interrogan­te: si tenemos dificultad­es para garantizar las pensiones, si no queda nada en su hucha, ¿con qué recursos se podrá pagar una renta universal? Otra vez la cara técnica de la coalición. Otra vez la cara amable y social. Ay, los dos gobiernos, consecuenc­ia natural de una vicepresid­encia económica y una vicepresid­encia de Derechos Sociales.

No es para alarmarse todavía, porque los ministros están en periodo de ensamblaje y es mucho más lo que une que lo que separa. Por ahora los unen la ambición de durar y la pasión de transforma­r el país, de demostrar que “sí, se puede” o aquello que decía Alfonso Guerra: “Es que somos otra gente, coño”. Y tienen una inmensa fortuna: la oposición. No hay más que ver la última sesión de control al Gobierno, con sus seis preguntas sobre Venezuela cuando en la prensa estaban las noticias de la bajada del PIB, el estancamie­nto del empleo y la seguridad incipiente de que no habría Mobile. Y no hay más que ver el debate de la eutanasia, con las voces que sugerían una matanza programada de viejecitos. La derecha, una vez más, salvando a la izquierda. A ver si el lunes, en la Moncloa, Pablo Casado lo acaba de rematar.

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CHEMA MOYA / EFE La vicepresid­enta Nadia Calviño
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