La Vanguardia

Las mellizas Topolansky

- Núria Escur

La Tronca y la Parda, guerriller­as tupamaras desde 1969, eran mellizas. Conocían todo del operativo de la que habría de ser la mayor fuga planificad­a de una cárcel de mujeres de la historia –operación Estrella– y la noche del 30 de julio de 1971 lograron escaparse junto a 36 presas políticas más de Cabildo, un penal femenino en el centro de Montevideo.

La Tronca –apodada así por su carácter brusco– ignoraba entonces que un día llegaría a ser la primera dama uruguaya, esposa del presidente Pepe Mujica. Su nombre real es Lucía Topolansky y el de su hermana –La Parda–, María Elia. Aunque se fugaron juntas no se hablaban desde hacía años, políticame­nte enemistada­s.

Aquel día atravesaro­n los cuarenta metros de túneles que sus amigos, desde el exterior, habían ido excavando desde hacía meses. Huyeron por un agujero de la celda disimulado por una alfombra sobre la que jugaban a cartas. Las cloacas eran anchas y largas.

Están tristement­e de moda las prisiones. Pero tenemos buenos documental­es, series de Netflix, libros, relatos. Évole nos ha regalado algunas entregas magníficas y la evocación de nuestro Loco de la Colina. Por eso la historia de las jóvenes tupamaras se me antoja un bumerán oportuno. Acaban de reeditar 38 estrellas (Seix Barral), de Josefina Licitra, que investigó sobre aquella fuga de la que, no se sabe muy bien por qué, no se habló en cuarenta años. “Nadie nos preguntó”, alega hoy con tino una de ellas.

Sólo estuve una vez en una cárcel de mujeres. Era Wad-ras, cuando aún resultaba relativame­nte fácil entrar para un reportaje. Intercedió Juan Alberto Belloch, el juez que se casó con Mari Cruz Soriano –pianista y presentado­ra– y que fue ministro de Justicia e Interior con Felipe González, y no hubo más problema.

Reclusas entrando en la sala de juegos, paredes pastel, pinturas naif. Ahí estaban sus niños, algunos ni siquiera caminaban. Pero en cuanto el horario carcelario lo permitía, la madre asomaba por la puerta sonreían con un anhelo desesperan­te. Con hambre de abrazos. “No dejo que me vea llorar, aquí dentro no”, contaba la Rubia. Mucho más que una buena ficción.

La operación Estrella triunfó: las tupamaras llegaron a una casa vecina donde se cambiaron de ropa y escaparon, en grupos, hacia la libertad. La masiva fuga conmocionó el país y descolocó a las autoridade­s. Pero que yo sepa nadie hizo una película, no se filmó La fuga de Alcatraz en versión femenina, tampoco un relato conmovedor como el de La noche de 12 años. Habría que ir pensando...

En la mayor fuga de la historia en una cárcel de mujeres estaba la futura esposa de Pepe Mujica

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