¿Miel o hiel?
Aunque estamos todavía en invierno, el Cruïlla de Primavera empezó su andadura con Devendra Banhart, cantautor recibido con un clamoroso sold-out por parte de un público entre el que primaban los treintañeros. Acompañado de un cuarteto, y con pinta de profe de universidad enrolladete, Banhart presentaba en esta nueva visita su décimo álbum, Ma, aparecido en septiembre pasado. Obra de lo más apreciable a la que nuestro hombre aludió ya en el número de entrada, Is this nice?, descorchando una sesión que transitaría por temas de su trayectoria como Mi negrita, Fancy man, Carolina, Celebration… La cosa, que no llegó a la hora y media, concluyó con Carmensita como único bis.
Devendra cantó con el sonido amortiguado, casi inaudible la voz, lo que en una sala con varias barras despachando copas, y gente yendo de aquí para allá, genera bastante desasosiego. Pese a las quejas de algunos espectadores, nada cambió, al punto que no queda claro si estábamos ante un garrafal fallo técnico o una esotérica estrategia artística. En todo caso, la situación no parecía inquietar demasiado al cantante: “si no me oyen –vino a decir– no me griten a mi, grítenle al que tienen al lado y no para de hablar”. A todos nos enervan los que charlan, claro, pero el argumento suena a mala excusa y peor idea. Si de lo que se trata es de seguir el concierto con sepulcral silencio y esforzada atención, difícilmente puede uno estar gritándole al vecino al mismo tiempo...
Así las cosas, lo que atendiendo al temario musical de Banhart podría haber sido un baño en miel, también tuvo sus momentos de hiel. Y es una lástima. Sin esta circunstancia que lastró inevitablemente la noche, hubiéramos tenido la oportunidad de apreciar con pleno gozo los interesantes giros y matices de la propuesta: una paleta de retales de lo más vistosa, donde se apreciaron desde atmósferas psicodélico-telúricas a brisas brasileñas, pasando por destellos disco, vuelos aproximadamente mántricos, distancias cortas en acústico o sabor latino. En fin,que otra vez será.