La Vanguardia

Nabokov nunca ganó nada

- Llucia Ramis Barcelona

Todo empieza en el Biblioteca Breve, con el aperitivo tras la rueda de prensa en el Museu Marítim. El periodista Joan Safont me pregunta: “¿Has visto la que se ha liado por el Ciutat de Barcelona a Joan Benesiu?”. Como se necesita nivel experto en trifulcas de Twitter para entender de qué va la cosa, no entro en detalles. Me quedo con la propuesta que plantea alguien para que se haga un reality de jurados literarios.

Porque el Ciutat de Barcelona en lengua castellana también da de qué hablar, al menos a los comensales de la mesa a la que me siento: uno comenta que nunca lo ha recibido la obra de un escritor latinoamer­icano que viva aquí, desde que se lo concediero­n a 2666 de Roberto Bolaño (que directamen­te no vivía). Y es raro, porque residen, entre otros, Santiago Roncagliol­o, Juan Pablo Villalobos (por cierto, deje esta crónica y vaya a tomarse un vermut a la Taifa, donde está presentand­o La invasión del pueblo del espíritu ),o Rodrigo Fresán, cuya novela Mantra cuenta con su propio cóctel en el Belvedere. No lo han obtenido, mientras que sí lo han hecho Mariana Enríquez, Ricardo Piglia, Álvaro Enrigue o, este año, el mexicano Mateo García Elizondo, cuya relación con Barcelona es que Gabriel García Márquez –aún sin calle en esta ciudad– fue su abuelo.

Hablando de nietísimos: me extraña no ver entre los invitados al Biblioteca Breve a Malcolm Otero Barral, cuando Carlos Barral creó el premio. También sorprende, con los postres, que retiren las copas de cava sin haberlo servido. Hemos charlado sobre Pálido fuego y Ada y el ardor, y de que Nabokov habría sido un Nobel indiscutib­le, pero nunca ganó nada. Eso sí, existe un Nabokov Award. Luego muchos autores han ido al bar Ámbar para hacer tiempo antes de tomar el tren a Madrid o Zaragoza. Yo he pasado por La Casa del Libro, donde Cristian Olivé presentaba Profes rebeldes (Grijalbo/rosa dels Vents) y le comentaba a Toni Aira que la educación actual enseña a chavales del siglo XXI en aulas del siglo XX con un sistema del XIX. Para lograr que los alumnos lean hay que contagiarl­es el amor por la lectura; y también ayuda, añade, incluirlos en un libro. Entonces recibo el aviso de que L’esperit del temps, de Martí Domínguez, gana el premi Òmnium, y me pregunto si en clase de lengua y literatura se habla de galardones o es exclusivo de los medios.

Hace unos años, Ignacio Martínez de Pisón y servidora instauramo­s una cena en el Giardinett­o el mismo día del Biblioteca Breve para conversar con los que no hemos tenido tiempo durante la comida. Pero se ha corrido la voz, y este lunes había casi tanta gente como al mediodía (exagero). Estaba incluso la premiada, Raquel Taranilla, autora de Noche y océano. También estaba García Elizondo, en vísperas de recoger su Ciutat de Barcelona. Y Malcolm, feliz desde que lleva los sellos en castellano del grupo Enciclopèd­ia Catalana; contaba maravillas del libro que publicará Toni Garcia Ramon sobre sus anécdotas entrevista­ndo al faranduleo de Hollywood. Estaban Galder Reguera y Carlos Marañón, que venían de los premios Panenka; también Miguel Ángel Hernández, Leonardo Cano, Marta Orriols, José Ignacio Carnero, David Trueba, Paula Ciufuentes, agentes literarios.

Al día siguiente, la física, pedagoga e investigad­ora Marta Bueno obtenía el 44 premio El Ciervo-enrique Ferran en la +Bernat por su artículo Cinco miradas. Acompañada de la oceanógraf­a Anna Sánchez y del director de la revista, Jaume Boix, repasaba puntos a tener en cuenta ante la crisis medioambie­ntal: el rigor científico evidencia que el planeta está en alerta roja; el sistema de consumismo feroz afecta al aspecto social (niños explotados para la extracción de coltán), pero tenemos la herramient­a más importante, que es la educación; las mujeres –cuidadoras de ancianos y niños– son las que han contribuid­o menos a este sistema, y quienes más lo sufren, sobre todo en los países pobres; la actitud no puede ser derrotista; muchas especies están desapareci­endo, y todas son valiosas, los humanos también lo somos.

El miércoles, Santi Vila presentaba Vencer y convencer (Península/ Pòrtic) junto al también exconselle­r Andreu Mas-colell y Josep Cuní, en un acto que proponía la creación de un nuevo partido catalanist­a, centrista, alternativ­o a la vía unilateral de Carles Puigdemont. Al Cercle d’economia se acercaron Miquel Roca, Marta Pascal, Carles Campuzano, Carles Duarte, Antoni Fernández-teixidó, los exconselle­rs Felip Puig, Lluís Recoder y Germà Gordó. Los penalistas Xavier Melero y Pau Molins, los empresario­s Gabriel Masfurroll, José Creuheras y Gonzalo Rodés.

Y el jueves, Albert Lladó llenó La Calders con la presentaci­ón de La travesía de las anguilas, “un libro sobre la Barcelona olímpica en el que los Juegos no aparecen”, dijo la filósofa Marina Garcés. Publicado por Galaxia Gutenberg, recorre los barrios “sin servicios y sin ley”: los adolescent­es creaban un lenguaje propio para huir de una realidad de desahucios, redadas, mujeres maltratada­s y hombres en los bares. “Ciutat Meridiana es un juego literario”, explicó el autor, “como un Dónde está Wally o un Quién es quién: está escondida, pero está ahí”. La ciudad, concluye, cambia dependiend­o del lugar desde donde la mires.

Me extraña no ver entre los invitados al Biblioteca Breve a Malcolm Otero Barral, cuando Carlos Barral creó el premio

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? En La Calders Albert Lladó, autor de La travesía de las anguilas, entre la filósofa Marina Garcés y el editor Joan Tarrida, el día de la presentaci­ón
MANÉ ESPINOSA En La Calders Albert Lladó, autor de La travesía de las anguilas, entre la filósofa Marina Garcés y el editor Joan Tarrida, el día de la presentaci­ón
 ?? ANA JIMÉNEZ ?? La premiada Raquel Taranilla, autora barcelones­a residente en Madrid, fue la ganadora del premio Biblioteca Breve con su libro Noche y océano
ANA JIMÉNEZ La premiada Raquel Taranilla, autora barcelones­a residente en Madrid, fue la ganadora del premio Biblioteca Breve con su libro Noche y océano
 ?? ELISENDA ROSANAS / ACN ?? Rebelión en el aula. Cristian Olivé ha escrito Profes rebels para estimular el placer por la lectura y denunciar que se enseña a los niños con métodos de otros siglos.
ELISENDA ROSANAS / ACN Rebelión en el aula. Cristian Olivé ha escrito Profes rebels para estimular el placer por la lectura y denunciar que se enseña a los niños con métodos de otros siglos.
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