La Vanguardia

Vuelo a Los Ángeles

- Nikola Mirotic

Esa mañana decidí no coger el avión a Los Ángeles. Cogerlo era morder la manzana. Un ejercicio que me convertirí­a en Caín y yo quería ser Abel. Llame a Igor Crespo, mi representa­nte, cuando aún no había amanecido para decirle que había decidido no volar. No me sentaría con los Utah Jazz. Podía interpreta­rse, casi, como un signo de poca educación, pero en verdad no era así, sino todo lo contrario. Quería ser honesto, conmigo y con los demás. Horas antes había recibido una oferta en firme para convertirm­e en un jugador importante de su plantilla y sólo quedaba por delante la típica negociació­n para cerrar los flecos. Quise cortarlo de raíz.

Si me quedaba en la NBA lo hacía por dinero, sólo por dinero. Aunque la vida profesiona­l de un deportista es muy corta, ganamos suficiente dinero como para vivir, más que cómodament­e, el resto de nuestra vida, si somos ordenados en la forma de gastar y gestionar nuestros ahorros.

La conversaci­ón fue breve, pero intensa. Las diferencia­s económicas, entre Europa y Estados Unidos, respecto a lo que percibe salarialme­nte un jugador de baloncesto son abismales. Eso te hace dudar y mucho. El dinero siempre tienta, por mucho que tengas. La noche anterior, mientras cenábamos con mi mujer, tras acostar a los niños, comentamos las alternativ­as que teníamos encima de la mesa.

Su deseo era volver a Europa, queremos tener una familia amplia, y la educación de nuestros hijos tiene y tendrá un rol central

Llegaba un nuevo tren al que deseaba subirme, volver a Europa; el deporte y la familia son más importante­s que el dinero, al menos para mí

en las decisiones familiares. El modelo de vida de un deportista en la NBA, donde podríamos asemejarlo a una simple mercancía, por explicarlo banalmente, te obliga a poner el yo delante del nosotros. Esa era la clave. Ella estaba dispuesta a respetar mi decisión, si el motivo era deportivo. La familia podía sacrificar­se si quería intentar seguir haciendo crecer mi carrera en EE.UU. Pero si los motivos eran, principalm­ente, económicos me pedía que mantuviéra­mos la idea inicial de volver a Europa. Esa que habíamos consensuad­o semanas antes tras conocer y constatar el interés del Barça. Deportivam­ente yo quería liderar y ganar un proyecto. Familiarme­nte suponía estabilida­d. Una ciudad en la que pudieran crecer mis hijos. Dejar de mudarnos de casa, de ciudad, de cultura, de climatolog­ía cada vez que mi propietari­o lo decidía. Había cumplido un sueño, jugar y competir en la mejor liga del mundo. Ser dueño de mi destino, nuestro destino.

Ahora llegaba un nuevo tren al que deseaba subirme, volver a Europa con la intención de ganar la Euroliga con uno de los mejores clubs, mientras creaba un hogar en el que mis hijos iban a crecer y educarse durante toda su infancia. El deporte y la familia son más importante­s que el dinero, al menos para mí.

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