Los sueños de Kevin
Kevin Parker sigue siendo coherente, como mínimo, con una parte de sí mismo, concretamente con aquella denominada Tame Impala. Y coherente sobre todo con aquel bombazo que significó la publicación en el 2015 de Currents, su anterior álbum de estudio que hizo replantear –al menos a algunos/as– la idea que hasta entonces imperaba sobre la música mainstream. Parker vuelve a demostrar, al frente de la citada banda, que es una de las mentes creativas más interesantes (y en este caso fascinantes) de la escena pop en su sentido más global.
Aquel volantazo sonoro que significó Currents se ha demostrado beneficioso para muchas partes, como indica la presencia de la banda australiana en la élite de los festivales, que Parker componga letras de canciones para Lady Gaga, que sea invitado en algún disco de Mark Ronson o sea versioneado por Rihanna y Arctic Monkeys. The slow rush sigue la senda iniciada con aquel álbum, en donde sustituyó su psicodélico-heavy rock guitarrero por una sonoridades esencialmente sintéticas, un terreno que ahora, en síntesis, perfecciona con adictivas pinceladas que invitan a la pista de baile. Ello sin afectar su inconfundible e introspectivo tono vocal (el Auto-tune solo sirve aquí de efecto sonoro), que adquiere toda su cautivadora dimensión en cortes como Breathe deeper o Tomorrow’s dust. Álbum radicalmente reconfortante que, eso sí, huye de cimas espectaculares, formando su docena de composiciones que vienen a ser como un soleado viaje, en el que todos sus sueños siguen intactos.