La Vanguardia

Un luto inacabado

La tragedia del avión ucraniano ensombrece las elecciones que se celebran el próximo viernes en Irán

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL

Hay un silencio que carcome a cierto sector de los iraníes a sólo cuatro días de las elecciones parlamenta­rias del 21 de febrero. El sábado, el calendario marcaba 40 días desde que el avión ucraniano que transporta­ba 176 personas fue derribado minutos después de despegar del aeropuerto Imán Jomeini en Teherán, pero ni la prensa ni los carteles en la ciudad recordaban esta fecha especial en el islam en el que las familias cierran el luto con una ceremonia en la que se recuerda a los muertos. Un escenario diferente comparado con la conmemorac­ión del asesinato del general Qasem Suleimani, de la que todavía hay rastros en la ciudad.

Los parientes de las victimas del avión que viven en Irán se abstuviero­n de invitar públicamen­te a cualquier tipo de conmemorac­ión en las redes sociales –las autoridade­s les pidieron no hacerlo–, y la fecha hubiera pasado sin pena ni gloria si un grupo de estudiante­s de la Universida­d Amir Kabir de Teherán no hubiera roto el silencio. “De la sangre de los jóvenes, un tulipán ha crecido. Justicia, ¿dónde estás?”, decía uno de los eslóganes que cantó un grupo de estudiante­s que se reunió en el interior del claustro y que luego se difundió en las redes.

Era la primera vez que los estudiante­s se reunían después de las protestas que siguieron al reconocimi­ento por los Guardianes Revolucion­arios de que un “error humano y no intenciona­do” de uno de sus hombres derribó el avión con una mayoría de pasajeros iraníes o de origen iraní. Durante varios días, grupos de personas –especialme­nte estudiante­s– protestaro­n por lo sucedido, pero todo murió rápidament­e. “Si una persona es golpeada y atacada con gases lacrimógen­os por expresar su desacuerdo, es natural que no vuelva a hacerlo. Nadie quiere arruinarse la vida por algo que no tiene liderazgo ni plan”, explicaba ayer Husein, uno de los jóvenes manifestan­tes.

Husein decidido asistir a estas movilizaci­ones porque dos de sus amigos más cercanos murieron en el avión. Ambos se habían marchado a Canadá a seguir sus estudios, como hacen muchos jóvenes iraníes una vez terminada la universida­d. “Estos días han sido muy duros para todos, y no sólo para los que teníamos personas cercanas en el avión –dijo–. Algo murió dentro de nosotros. Nos dimos cuenta de que vivimos en un país donde somos asesinados por nuestra propia gente y no podemos protestar por ello”.

El sentimient­o de Husein es compartido por un sector de la sociedad, la extensa clase media que tiene como uno de sus objetivos que sus hijos se eduquen y tengan éxito en su vida profesiona­l. “Sólo hubiéramos querido que Irán apoyara a las familias de las víctimas como lo ha hecho Canadá”, cuenta Nisrin, una ingeniera de 25 años. La esposa y la hija de su primo hermano –que vive en Canadá hace dos décadas– murieron en el avión. Desde entonces, Nisrin tiene un sentimient­o de odio hacia su país. “Me di cuenta de que no valemos nada como ciudadanos”, dijo. Tanto Husein como Nisrin [los nombres reales se han cambiado en este reportaje] reconocen que las familias han recibido presiones para no comentar públicamen­te lo sucedido ni dar entrevista­s.

“El día que reconocier­on que lo habían hecho después de habernos asegurado rotundamen­te que el avión había caído por un fallo técnico, entendí muchas cosas. Entendí que nos habían mentido muchas veces y que nuestra vida no les importa”, asegura Nilufar, una comerciant­e de 55 años que ha decidido no volver a votar. “Ningún político se merece mi confianza”, dijo.

El analista político Saeed Laylaz asegura que, pese a la valentía de los Guardianes por admitir el error, la población está extremadam­ente dolida. “Estamos en un momento en el que la gente tiene muy poca confianza”, dice. “Puedo decir que a los comandante­s de Sepá y a las autoridade­s sí les importa lo que pasó y simpatizan con las familias de las víctimas, pero este es uno de los incidentes en la historia reciente de Irán que más han herido a la población”, asegura la parlamenta­ria Parvaneh Salarshuri, una de las voces más críticas con la actuación de algunos estamentos del Estado. “Parece que la sociedad está en silencio, pero no… Hay dolor en los corazones”, concluye.

Los familiares de las víctimas admiten la presión para no comentar lo ocurrido en público

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Un grupo de estudiante­s enciende velas por las víctimas del avión horas después
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ABEDIN TAHERKENAR­EH / EFE Dolor improvisad­o Un grupo de estudiante­s enciende velas por las víctimas del avión horas después de que fuera derribado
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