La Vanguardia

El vacío que llena

- Neus Monllor N. MONLLOR, consultora agrosocial, doctora en Geografía y Medio Ambiente

Sin campesinad­o no hay mundo rural, y sin mundo rural no tendremos un territorio equilibrad­o. Los pueblos pequeños son cada vez menos pueblos, y las capitales de comarca o ciudades se llenan del vacío de los que no encuentran aliento en lo rural. Cuando hablamos de la Catalunya vaciada hay que entender los procesos que han llevado a que la parte menos densamente poblada de nuestro país pierda efectivos y miradas estimulant­es. Las dinámicas socioeconó­micas han llevado a la población a concentrar­se para ser más eficiente. Así perdemos el vínculo con el mundo rural, y las personas que se dedican a trabajar la tierra también ven cómo se diluye su esencia.

El actual modelo agroindust­rial aterriza en el territorio y destierra a su gente. Para entender el porqué de la despoblaci­ón hay que entender el porqué de los modelos agrarios y alimentari­os. Si el eje axial se hunde, es lógico que el resto de los sectores, empresas y personas vaya detrás. Una de las raíces del problema es que tenemos un sector agrario dicotómico que se cuestiona si producir mucho y barato o producir menos y generar valor local. Si queremos que los pueblos recuperen vida, es necesario que como sociedad aportemos vida. Hay una serie de deberes de política pública para mejorar servicios, accesos y equipamien­tos, pero también hay una lista de actos que pueden facilitar la viabilidad de nuevos modelos agrarios ligados al territorio. En los últimos años en Catalunya renace el nuevo campesinad­o, una generación que tiene la voluntad de trabajar la tierra y de vivir en el mundo rural y alimentar a la población. Y comer es una acción directa de política agraria. Cada vez que nos sentamos a la mesa tenemos la oportunida­d de defender un modelo agrario y de país, una manera de hacer y de comer, de consumir y comprar. El mejor apoyo que podemos dar como sociedad a los espacios rurales es comer de manera regular lo que se produce.

Pequeñas y medianas empresas produciend­o y elaborando alimentos buenos, limpios y justos. Pequeñas y medias familias alimentánd­ose del producto de la tierra. El vacío del mundo rural se llena con empatía alimentari­a. Comámonos el territorio y veremos cómo el campesinad­o tiene futuro. Cuando las personas y empresas que se dedican a producir alimentos sean viables y recuperen su espacio en el mundo rural, los pueblos de nuestro país volverán a abrir las puertas de par en par para las nuevas generacion­es.

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