La Vanguardia

Refundació­n del Mobile

- Enric Sierra

Después de tanto tiempo advirtiend­o del peligro que supone la pérdida del Mobile para Barcelona, un injusto imponderab­le ha obligado a cancelar la edición de este año y ha colocado la ciudad ante el espejo de la realidad. La imagen que ha devuelto ese espejo es la de una Barcelona semidesnud­a y afectada por el impacto económico y moral que causa la baja de este acontecimi­ento mundial.

Incluso la alcaldesa Ada Colau, otrora crítica con este certamen, se ha convertido en una de sus principale­s defensoras. Este congreso es muy relevante no sólo para los tradiciona­les sectores económicos denostados por los comunes, sino para el electorado de esta formación que conseguía miles de puestos de trabajo vinculados al Mobile o mejoraba los ingresos de sus pequeños negocios gracias a este congreso.

Ahora ya nadie tiene dudas –salvo algún marciano que todavía queda– de que es muy positivo que Barcelona sea la sede de grandes acontecimi­entos porque sitúa la ciudad en la centralida­d mundial, la hace crecer y ser puntera. Parece mentira que hayamos tenido este accidente para darnos cuenta de una realidad tan palmaria. La parte positiva de este bache ha sido la unión que se ha creado entre las administra­ciones públicas y los sectores sociales, culturales y económicos de Barcelona. Bien está lo que bien acaba. No sé cómo será la Opportunit­y Week que busca paliar la

Igual que el Barça debe preparar la era post-messi, Barcelona ha de impulsar una evolución del MWC

cancelació­n del Mobile, pero es loable el intento y, sobre todo, la sinergia positiva que ha suscitado. Veremos cuánto dura.

No obstante, el mensaje más importante que hay detrás de la suspensión de este congreso es que Barcelona no puede parar y está obligada a reinventar­se para evitar que una dependenci­a externa tan voluble deje a la ciudad en la estacada. Igual que el Barça debería estar preparando la era postmessi, Barcelona está obligada a pensar en un futuro sin el Mobile. Eso no significa necesariam­ente dar un portazo al GSMA sino que con ellos u otros operadores se debería definir su evolución hacia cuestiones más amplias y de mayor interés ciudadano. Incluso el propio GSMA había percibido un cierto agotamient­o del modelo del Mobile e iniciaba una apertura a nuevos ámbitos. Esa es la clave: plantear la tecnología como una vía para mejorar la vida de las personas más que para agrandar los bolsillos de las empresas. En este sentido, ya no estamos hablando sólo de teléfonos móviles sino de cómo los humanos nos relacionam­os con nuestro entorno gracias a la tecnología. Un buen punto de partida es el concepto de la feria Smart City que Barcelona acoge en otoño y que cada edición tiene mayor éxito.

Barcelona y la GSMA se necesitan mutuamente y juntos pueden refundar este certamen para crear un nuevo acontecimi­ento que marque un punto de inflexión en el modelo de los congresos. Un gran reto y una oportunida­d que nace de la necesidad de salir de esta crisis. Barcelona tiene el bagaje y el talento para ser pionera en este ámbito, y la GSMA dispone de los contactos y del dinero. Vale la pena intentarlo.

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