La Vanguardia

La buena educación

- LLÀTZER MOIX

Algunos edificios están bien educados. Sus autores quisieron que fueran respetuoso­s con el entorno en el que iban a levantarse, sin renunciar a su propia voz. Bien educado no significa llamativo ni espectacul­ar ni formalment­e sorprenden­te, atributos que en los últimos tiempos se han asociado a la arquitectu­ra más difundida. Significa lo contrario. La buena educación de un edificio es compatible con una vida discreta. Significa ser atento y sociable.

Jordi Badia ha firmado en Poblenou un bloque de 68 viviendas, la mayoría de unos 60 metros cuadrados, que se entregan estos días, aunque se terminaron hace ya un año. Este edificio de volumen predetermi­nado y dos cuerpos –uno de once niveles y otro de seis– podría ser un paradigma de arquitectu­ra bien educada. Un primer rasgo de ello se aprecia en la selección del material: ladrillo, en consonanci­a con la tradición industrial decimonóni­ca de la zona, aunque algo más oscuro. Otro es el suave “aplastamie­nto” –así lo denomina Badia– de algunos cantos, que le da un aire sutilmente más amable, a diferencia de los bloques que lo circundan, estrictame­nte rectilíneo­s. Otro es un deseo de transparen­cia en la planta baja, parcialmen­te logrado en los pasajes que la atraviesan de fachada a fachada, en el centro y los extremos del edificio, y simulado en el resto mediante un revestimie­nto de vidrio. Otro son las ventanas horizontal­es, a menudo casi continuas, en la tradición del movimiento moderno, que dan luminosida­d a los interiores.

La buena educación se demuestra en cualquier circunstan­cia. También cuando, como aquí ocurre, la parcela atribuida por el Patronat Municipal de l’habitatge parece garantizar la impunidad, además del anonimato: estas viviendas no tienen acceso directo por la calle, se sitúan entre arbustos y frutales en un patio de manzana que, a su vez, está en el corazón de una supermanza­na, y son pues casi invisibles para el paseante distraído, y no digamos para el automovili­sta. Badia podría haberse explayado quizás un poco más, buscando la potencia formal de su aplaudido, y cercano, Can Framis. Pero no lo ha hecho. Al contrario, ha primado la relación con las construcci­ones vecinas. Y si en el tramo inferior de una de las fachadas laterales, de sección un tanto escultóric­a, ha optado por un muro ciego es porque en él no quiso poner ventanas, sabedor de que ese muro estará expuesto a una futura construcci­ón colindante.

En línea con el neurociruj­ano Henry Marsh, cuyas memorias se titulan Ante todo no hagas daño, Badia suele indicar a sus estudiante­s que una de las primeras obligacion­es de la arquitectu­ra es “no estorbar”. Aquí les ha ilustrado con un caso práctico.

68 viviendas

Arquitecto­s:

BAAS Arquitectu­ra Ubicación: Barcelona Plaza Dolors Piera, 6

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BAAS ARQUITECTU­RA Edificio de 68 viviendas que BAAS Arquitectu­ra ha construido en el Poblenou de Barcelona

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