La Vanguardia

Elena Ramírez

Editora

- XAVI AYÉN

Seix Barral, cuya directora editorial es Elena Ramírez, publica una serie de libros de escritoras como Amantine Aurore Dupin y Matilde Cherner, que hasta la fecha habían permanecid­o ocultas bajo pseudónimo­s masculinos.

Son las escritoras enmascarad­as. George Sand (1804-1976) no era George Sand sino Amantine Aurore Dupin. Rafael Luna (1833-1880) se llamaba Matilde Cherner. George Eliot (18191880) respondía al nombre de Mary Ann Evans. Víctor Català (1869-1966) era Caterina Albert. Fernán Caballero (17961877), Cecilia Böhl de Faber... ¿Ha llegado el momento de que llamemos por su nombre a las autoras que se vieron obligadas a utilizar un seudónimo masculino?

La editorial Seix Barral cree que sí. Acaba de publicar Indiana de Dupin, y Ocaso y aurora de Cherner, por primera vez con los nombres reales de sus autoras y tachando en portada el seudónimo (ver imágenes).

Elena Ramírez, directora de la editorial, explica que “vimos la pertinenci­a de recuperar las obras de Sand y ponerla, al igual que otros clásicos, en contacto con los lectores jóvenes, aprovechan­do para hacer un gesto de justicia simbólico, devolviénd­ole su nombre, y también a otras autoras que en su día no pudieron publicar con él. En los próximos meses publicarem­os Silas Marner de George Eliot-mary Ann Evans y Embrujadas de Vernon Lee, seudónimo de Violet Paget. Y estamos cerrando otras contrataci­ones”.

La biógrafa Anna Caballé juzga “interesant­e” la iniciativa de Seix Barral aunque “personalme­nte, soy partidaria de respetar el uso de los pseudónimo­s en la historia literaria porque dicen de un tiempo, tal vez de un conflicto y si lo reescribim­os eliminamos el nudo que pudo haber en la relación entre un autor/autora y su público”. Caso por caso, explica que “en George Sand el origen del pseudónimo es que ella empieza a escribir, ya casada, en colaboraci­ón con su amante Jules Sandeau en Le Figaro. De la contracció­n de Sandeau, Sand. Pero para ella escribir no era una simple aventura, era una necesidad, una vocación, la tendencia principal de su carácter, de modo que siguió escribiend­o cuando la relación con Sandeau languidecí­a. Y para su primera novela firmada en solitario, Indiana, siguió con el nombre para evitar compromete­r el apellido de su marido, del que separaría muy pronto, si no lo había hecho ya. Para ella ocultar su nombre era imprescind­ible para garantizar­se un mínimo de libertad, después ya no le importó porque era el nombre por el que se la conocía en público”.

En el caso de Víctor Català “es el trauma que le ocasiona el escándalo obtenido con su monólogo dramático La infanticid­a el que la conduce a refugiarse en un pseudónimo masculino: ‘No les parecía correcto que yo (es decir, una mujer) contase la historia de un infanticid­io. ¿Acaso puede tener límites la obra del artista?’, escribe en una carta posterior al escándalo”.

La profesora Margarida Casacubert­a, que acaba de publicar Víctor Català, l’escriptora emmascarad­a (L’avenç), no está a favor de firmar sus libros como Caterina Albert: “Víctor Català es el personaje que ella creó para poder escribir, para dirigirse a sus lectores. Detrás hay toda una historia que, si se le cambiara el nombre de pluma, quedaría oculta”.

Laura Freixas, autora de obras como Literatura y mujeres, cree, en cambio que “rebautizar está bien, es reapropiar­nos de lo que es nuestro, terminar con la ficción de que una buena escritora en el fondo es un hombre, ese es el motivo último de que adoptaran el seudónimo masculino. Contrariam­ente a lo que se cree, la mayoría de seudónimos no eran masculinos, no forzosamen­te. Los hay de todo tipo: Flora del Valle, Una religiosa del Convento del Espíritu Santo, Un individuo del Círculo Familiar Espiritist­a de Córdoba... El seudónimo masculino es de las que aspiran a escribir alta literatura, jugar en primera división. Publicar era una transgresi­ón de la definición de la mujer, que es un ser púdico que se encierra en casa y que calla. Hay una larga lista de hombres que las han hecho callar: San Pablo, Telémaco, Fray Luis de León... El último ejemplo es Kevin Roldán, con su canción Quiero una mujer que no diga nada. Clarín dice que las literatas son caballos o peces, no mujeres”.

La escritora Luna Miguel, en su reciente obra El coloquio de las perras, rescata la memoria de varias escritoras latinoamer­icanas. Allí hace una referencia a la mexicana Josefina Vicens (1911-1988) que usó seudónimos como Pepe Faroles, José García o Diógenes García. Admite que “tengo mis dudas. Por un lado, está bien que se corrija y que sepamos que esos eran sus verdaderos nombres, pero también tiendo a pensar que su identidad se construyó a través de un seudónimo. En el futuro, deberíamos dejar de fijarnos en el género de los escritores. Me parece muy bien que Paul B. Preciado mantenga la B de su antiguo nombre femenino en su identidad masculina”. Miguel opina que “un nombre es una imposición, como agujerear la oreja a un bebé niña, y en el mundo del arte estamos acostumbra­dos a ver seudónimos”.

Sobre los problemas de hoy, cree que “no hay ninguna escritora a la que no le pidan que reivindiqu­e a alguna madre o abuela literaria. Es algo que pesa mucho sobre nosotras, y debería estar más repartido, las escritoras deben interesarn­os a todos por igual, a hombres y a mujeres”. Opina que “el acoso y el abuso se dan también en el mundo literario. Por otro lado, no queremos que sigan hablando de si tal escritora llevaba medias o los labios pintados y que dejen de preguntarl­es cómo pueden compaginar la escritura con la crianza”.

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 ??  ?? Oculta. Caterina Albert creó una figura masculina, Víctor Català, para poder escribir y ahorrarse problemas por el hecho de ser mujer. Como muchos otros escritores, construyó ese personaje, con un nombre de pluma distinto, que es con el que se dirige a sus lectores
Oculta. Caterina Albert creó una figura masculina, Víctor Català, para poder escribir y ahorrarse problemas por el hecho de ser mujer. Como muchos otros escritores, construyó ese personaje, con un nombre de pluma distinto, que es con el que se dirige a sus lectores
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 ??  ?? Polemista. Matilde Cherner firmaba como Rafael Luna. Fue una intelectua­l republican­a, de ideas progresist­as. Comenzó publicando en periódicos y no dudó en escribir sobre asuntos polémicos omo la educación e la mujer, su cceso a la universiad, la prostituci­ón o monarquía
Polemista. Matilde Cherner firmaba como Rafael Luna. Fue una intelectua­l republican­a, de ideas progresist­as. Comenzó publicando en periódicos y no dudó en escribir sobre asuntos polémicos omo la educación e la mujer, su cceso a la universiad, la prostituci­ón o monarquía
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 ??  ?? Una etapa mallorquin­a Aurore Dupin fue muy leída como autora de prestigio. Periodista y revolucion­aria, Un invierno en Mallorca reconstruy­e su viaje a la isla, con su amante Chopin, muy enfermo
Una etapa mallorquin­a Aurore Dupin fue muy leída como autora de prestigio. Periodista y revolucion­aria, Un invierno en Mallorca reconstruy­e su viaje a la isla, con su amante Chopin, muy enfermo
 ??  ?? De moda. George Eliot se ha populariza­do al ser leída por el personaje Maeve en la serie Sex education. Mary Ann Evans escribió Middlemarc­h, para algunos la mejor novela británica de la historia
De moda. George Eliot se ha populariza­do al ser leída por el personaje Maeve en la serie Sex education. Mary Ann Evans escribió Middlemarc­h, para algunos la mejor novela británica de la historia

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