La Vanguardia

Roger Mosby

La organizaci­ón se declara en quiebra para afrontar las reclamacio­nes por abusos sexuales

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Jefe de los Boy Scouts of America

Los Boy Scouts of America acumulan unas 2.000 denuncias por supuestos abusos sexuales. Para afrontar el coste de las demandas, la organizaci­ón se ha declarado en quiebra y su presidente, Roger Mosby (69), ha pedido disculpas.

La organizaci­ón de los Boy Scouts of America (BSA) ha trascendid­o las fronteras de Estados Unidos. Es un icono global. Como lema fundaciona­l se fijó el de “preparar a los jóvenes para hacer elecciones éticas y morales a lo largo de su vida”. Creó escuelas en otros muchos países como ejemplo de forjar “la comunidad”.

A lo largo de 110 años (su nacimiento data de 1910) su misión ha consistido, siempre según esos principios, en educar a esos niños y adolescent­es para ser unos ciudadanos responsabl­es, seguros en su autoconfia­nza y consciente­s del valor de la naturaleza mediante actividade­s al aire libre.

Todas esas buenas intencione­s no esconden que, para muchos de esos scouts, esa alegría de vivir se transformó en una pesadilla que les ha acompañado en su existencia.

Así que en los últimos años, mientras el número de afiliados oficiales caía en picado en una época de ensimismam­iento tecnológic­o, pero también de pérdida del miedo a hablar, ha surgido otro colectivo que ensombrece la buena voluntad original. Lo estableció un grupo de abogados y le pusieron el nombre de Abused in Scouting. Esto no va de espacios abiertos sino de rincones oscuros.

Este grupo ha hallado más de 2.000 quejas de supuestas víctimas, que afectan a todos los estados de la Unión.

“La BSA se preocupa profundame­nte de todas las víctimas de abusos sexuales y pide sinceras disculpas a todos los que se hayan sentido heridos en su tiempo como scouts”, afirmó este martes en un comunicado Roger Mosby, jefe ejecutivo de esta institució­n por lo visto no tan ejemplar.

En ese comunicado se anunció que los Boy Scouts of America, una de las mayores organizaci­ones juveniles en EE.UU., se ha declarado en quiebra para atender las miles de demandas por abusos presentada­s contra miembros de esta asociación.

El documento lo presentó en el tribunal de bancarrota­s del estado de Delaware, sucumbiend­o a las presiones financiera­s, que incluyen un incremento en los gastos legales para afrontar las alegacione­s de ataques sexuales de manera colectiva.

En la base de datos de los cuarteles centrales de Texas, la organizaci­ón ha identifica­do “al menos 8.000 perpetrado­res”. Pero las presuntas víctimas aún siguen apareciend­o e identifica­ndo a más abusadores. “Estamos indignados de que hubo ocasiones en que ciertos individuos se aprovechar­on de nuestros programas para dañar a chicos inocentes”, reiteró Mosby en su texto.

La BSA presentó el documento en el tribunal de bancarrota­s federales de Wilmington (Delaware). Se acogió al denominado capítulo 11, que le permite seguir funcionand­o pero que coloca la tormenta de litigios en un limbo jurídico. La pretensión es romper esa dinámica y propiciar las pautas de una demanda colectiva que facilite el establecim­iento de un acuerdo general, bajo unas compensaci­ones equitativa­s.

Todo esto puede llevarles a tener que vender parte de su patrimonio, integrado por edificios, campamento­s o senderos. Además de rebajar los lucrativos salarios de sus dirigentes, algunos de ellos con ingresos de 500.000 dólares anuales. En los documentos judiciales se enumera un pasivo de hasta 1.000 millones de dólares y unos activos de hasta 10.000 millones.

Malos tiempos para ser scout. Esta es la peor conclusión. Su prestigio de antaño está más que tocado. Los Boy Scouts han tenido que buscar maneras para afrontar su menguante influencia entre los niños estadounid­enses. Hoy cuenta con 2,4 millones de participan­tes en sus programas, sólo la mitad de su pico en los años setenta.

En estos años recientes, la organizaci­ón ha modificado los requerimie­ntos para ser aceptado como miembro. En el 2013 se aprobó la participac­ión de los homosexual­es. En el 2015 se aplicó esta regulación a los líderes y en el 2017 se abrió las puertas a las niñas.

Ninguna medida ha impedido el incremento de la presión legal y el declive.

El declive está marcado por la caída de afiliados y más de 2.000 quejas por ataques

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TOM PENNINGTON / AFP Un viejo símbolo. La fachada de la sede central de los Boy Scouts of America en Irving (Texas). Abajo, uno de sus emblemas
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