Macron advierte que Francia no tolerará “el separatismo islamista”
El presidente anuncia medidas para controlar las mezquitas y la influencia exterior
Emmanuel Macron declaró ayer, sin ambages, que “nuestro enemigo es el separatismo (islamista)”. En un discurso en Mulhouse (Alsacia), el presidente francés anunció medidas para evitar que la comunidad musulmana, bajo el influjo de predicadores radicales venidos del extranjero y de Estados que promueven una visión extremista, cree una sociedad aparte, con sus propias leyes, ajenas a las de la República y a sus valores.
Desde que llegó al Elíseo, en mayo del 2017, se esperaba una toma de posición enérgica de Macron sobre la convivencia con el islam, uno de los grandes desafíos de Francia en el siglo XXI. La intervención se fue aplazando, ante la urgencia de otros problemas. Pero el mortífero ataque de octubre pasado en la prefectura de policía de París, perpetrado por un empleado administrativo –un francés de las Antillas convertido al islam– hizo que el mensaje de Macron no pudiera demorarse más. Se vio que el peligro –“la hidra islamista”, dijo entonces el presidente– crecía en las propias instituciones. Ayer se trató de la primera parte de una ofensiva de comunicación que continuará durante las próximas semanas y que coincidirá con la campaña de las elecciones municipales.
El jefe de Estado francés visitó la comisaría de un barrio problemático de Mulhouse, el de Bourtzwiller, y habló durante más de una hora, en la calle, de manera improvisada, con los vecinos. En ese intercambio insistió en que “la República debe cumplir sus promesas”, en materia de igualdad oportunidades, de no discriminación, de educación, de empleo, de meritocracia, porque de lo contrario otros –los radicales– lo aprovecharán para lanzar mensajes peligrosos, manipulando el sentido de la religión e inoculando el fanatismo.
En su discurso posterior, Macron fue tajante en la defensa de los valores de la República y dijo que no se puede aceptar bajo ninguna circunstancia que en Francia, en nombre de la religión, no se dé la mano a una mujer o no se le preste determinada asistencia médica (por ejemplo visitas al ginecólogo), que las niñas sean sacadas de las escuelas por sus padres por motivos ideológicos, que se exija un certificado de virginidad a las chicas para casarse y otras prácticas. “En la República no se puede aceptar jamás que las leyes de una religión sean superiores a las leyes de la República
“Las leyes de una religión no son superiores a las leyes de la República”, insiste el jefe de Estado
–recalcó–. Es así de simple”.
Una próxima ley tendrá que establecer mejores controles de transparencia sobre el dinero que las mezquitas reciben del exterior y sobre la personalidad de los imanes que predican en ella. No va a permitirse por más tiempo que se difundan mensajes contrarios a los valores de la República, ni en las mezquitas ni en las clases de religión para lo jóvenes. La meta es que los imanes se formen en Francia y estén empapados de los valores del país. Una y otra vez el presidente ha hecho referencia al “separatismo islamista”, que ha definido como “incompatible con la libertad y la igualdad, incompatible con la indivisibilidad de la República”.
La paradoja de las severas palabras de Macron es que las pronunció en Alsacia, una región de Francia donde no se aplica la ley de laicidad de 1906 porque entonces pertenecía al Reich alemán. En Alsacia y Mosella sigue vigente el concordato suscrito por Napoleón I con la Santa Sede. Eso significa que los curas católicos –y también los pastores protestantes y los rabinos judíos– cobran un salario del Estado, como si fueran funcionarios. En esos territorios se ofrecen clases de religión en las escuelas. Macron defendió un estricto laicismo, por tanto, en una zona del país que es una excepción en la norma general.