Absolución sorpresa en Turquía de los activistas de la revuelta de Gezi
El activista Osman Kavala fue detenido horas después de haber sido excarcelado
Contra todo pronóstico en Turquía, el juicio con tintes políticos más esperado del año se saldó ayer con una sentencia absolutoria para los nueve imputados presentes en la sala. Aunque, en paralelo, y apenas unas horas después, una nueva serie de detenciones hacía que el clima de intimidación se mantenga.
Entre los detenidos tras la sentencia figura Osman Kavala, que había sido excarcelado horas antes por el tribunal turco. Los fiscales detuvieron de nuevo al destacado activista, al que Erdogan acusó de tener detrás a Soros, por presuntos vínculos con un intento de golpe de estado en 2016. Conocido como el “millonario rojo”, permanecía en prisión desde hacía más de dos años.
Más allá de Osman Kavala, quedaron exoneradas las otras dos personas para las que el fiscal solicitaba la pena máxima. Esto es, el activista y educador Yigit Aksakoglu –que hizo un posgrado en la Universitat de Barcelona– y la arquitecta Mucella Yapici.
El día empezó con malos augurios para las personalidades de la sociedad civil que se enfrentaban, en tres casos, a penas de cadena perpetua. Su crimen, según la fiscalía, fue “orquestar” la ola de protestas, con epicentro en el parque Gezi de Estambul, que en junio del 2013 hizo tambalear al gobierno de Recep Tayyip Erdogan.
Aksakoglu, que se encontraba en libertad condicional tras pasar 221 días en la cárcel, se había mostrado extremadamente pesimista sobre su suerte, tras señalar las deficiencias del proceso. Yapici, por su parte, declaró que esperaba “que esto sea el principio, el primer paso del regreso a la legalidad. Eso era Gezi, un paso hacia la luz”.
La acusación de “tentativa de derrocar el Gobierno” ha sido desechada “por falta de pruebas”. Para los siete acusados en rebeldía, como el periodista Can Dündar –exiliado en Alemania– se ha incoado ahora una causa separada, pero que deberá terminar del mismo modo. De momento, decae la orden de busca y captura.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos conminó en diciembre pasado a que Osman Kavala fuera liberado. Aunque no hay motivos para dudar de la independencia de la justicia turca, lo cierto es que el presidente Erdogan había expresado inequívocamente sus sentimientos hacia el activista de izquierdas, al acusarlo de financiar “el caos” en Gezi y de “tener detrás a George Soros”, el magnate estadounidense de origen húngaro, especialista
“en despedazar naciones”. Estas declaraciones hicieron que la Open Society de Soros abandonara Turquía hace un año.
Hace un siglo, el terreno en disputa formaba parte de un cementerio armenio, que la República Turca arrasó, transformándolo en el actual parque Gezi. Éste iba a ser reducido en el 2013 porque Erdogan quería reconstruir un cuartel otomano, convirtiéndolo en centro comercial y mezquita. Pero las sentadas contra la tala de árboles pronto se convirtieron en grandes concentraciones, que aglutinaron el rechazo de una parte de la sociedad al islamismo desarrollista de Erdogan.
La coincidencia con las protestas del mismo signo en El Cairo, que sirvieron de coartada al golpe militar contra Mohamed Mursi, hicieron sonar las alarmas en Ankara. Pero la represión sólo atrajo a más gente, en un cóctel interclasista que inquietó al poder, puesto que incluía a mucha gente que salía de la oficina o de copas.
Aunque murió un agente, la represión policial se llevó la palma, con ocho muertos, todos ellos jóvenes alevíes. Estos chiíes de Turquía conforman las antípodas del islamismo, junto al izquierdismo kurdo y las clases urbanas acomodadas, todos ellos sobrerrepresentados en Gezi Park.
El veredicto llega poco después de la absolución de la novelista Asli Erdogan. Mientras da aire a Recep Tayyip Erdogan, que necesita recomponer su relación con Occidente, dada la delicada situación a la que se enfrenta en Siria y en Libia, con Rusia enfrente.
Hoy Gezi sigue siendo un parque. No hay caserna, ni centro comercial. Pero una gran mezquita, contrapeso a la mundana avenida Istiklal, está a punto de abrir.
PENAS
Para Yigit Aksakoglu, que estudió en Barcelona, el fiscal pedía cadena perpetua
GUERRAS
Turquía alivia la tensión con Occidente en su momento más crítico en Siria y Libia