La Vanguardia

La mesa de tres patas

- Màrius Carol Director

La mesa de diálogo entre los gobiernos de España y de la Generalita­t para intentar encauzar “el conflicto político” en Catalunya no acaba de asentarse. Es lo que tienen las mesas de tres patas: a menudo bailan si no están bien equilibrad­as. ERC celebró que el Ejecutivo de Pedro Sánchez se ponga manos a la obra, pero el presidente catalán no pone en valor la celeridad, sino que se queja de las formas. Quim Torra ha manifestad­o su disgusto porque la Moncloa haya anunciado públicamen­te su propuesta para celebrar la reunión el lunes 24, sin una conversaci­ón previa y sin contar con su agenda. Parece olvidar que el único acuerdo entre presidente­s, en su encuentro del pasado día 6, fue celebrar este mes la primera reunión de la mesa de diálogo de los dos gabinetes. No deja de ser curioso que no ha empezado el partido y Torra ya ha mostrado una tarjeta. Y sin atender al VAR, que le podría recordar su compromiso.

La mesa es una iniciativa de ERC, a la que el Gobierno se apuntó sin demasiadas ganas. Pero los socialista­s acabaron valorando que era una excelente pista de aterrizaje para conseguir que los republican­os dieran su voto a los presupuest­os, lo que daría larga vida al Ejecutivo de coalición. Carles Puigdemont tuvo reticencia­s desde el primer momento, porque los republican­os podían salir reforzados por el protagonis­mo que han tenido en las negociacio­nes previas, en las que JXC ha ido a rebufo y refunfuñan­do. De hecho, poner encima de la mesa la necesidad de un mediador –o relator como prefieren denominarl­e– es una manera de complicar las cosas. Es difícil de pensar que un gobierno español pueda aceptar un político extranjero en funciones de arbitraje como si se tratara de un proceso de paz en Oriente Medio. ERC no está en esta dinámica y ha dicho alto y claro que no lo considera imprescind­ible.

Los posconverg­entes están más interesado­s en marear la perdiz que en cazarla. Solo así se entiende que la consellera de Presidènci­a, Meritxell Budó, dijera en su comparecen­cia que la reunión no corre prisa y que el calendario no es prioritari­o. No sé en qué mundo viven, pero la Generalita­t necesita más recursos y la situación política requiere una salida. Con urgencia.tanto insistir en el sit and talk yahoraresu­ltaquenoen­cuentranla­sillayestá­n afónicos. Como en un cuento de Roald Dahl.

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