El Reino Unido cierra las puertas
El nuevo plan de inmigración va dirigido a reducir el acceso de los europeos
Si Boris Johnson (que nació en Nueva York) hubiera decidido conservar la nacionalidad estadounidense en vez de la británica, no habría tenido problema alguno para obtener un visado de entrada en este país de acuerdo al sistema de inmigración diseñado por él mismo, y reuniría fácilmente los setenta puntos necesarios. Habría dudas sobre su nivel de cualificación para el puesto (veinte puntos), pero habla inglés razonablemente bien (diez puntos), gozaría de oferta concreta de trabajo (veinte puntos), su salario anual es de más de 26.000 euros al año (de hecho 170.000, otros veinte puntos), su nivel de educación es adecuado para el cargo (diez puntos), y se trata de una ocupación para la que existen pocos aspirantes (veinte puntos).
En total un mínimo de ochenta puntos, aunque se le considerase no apto para llevar las riendas del Gobierno, algo que piensa la oposición, numerosos comentaristas y más de la mitad de sus compatriotas. Pero Johnson no necesita por supuesto un visado, ya que en su día renunció al pasaporte estadounidense para no pagar impuestos en ese país, que los reclama sobre todos los ingresos globales del contribuyente. Y además, ya tenía en mente instalarse en el número 10 de Downing Street. Cualificado o no para el cargo, llámalo tonto.
La ministra ultraderechista de Interior, Priti Patel, presentó ayer finalmente el nuevo sistema de inmigración que aplicará el Reino Unido a partir de enero del año que viene, y que básicamente cierra las puertas de entrada a todos los trabajadores no cualificados de la Unión Europea que trabajan en los hoteles, en los pubs y en los cafés, que hacen de niñeras y cuidan a los ancianos, a los obreros de la construcción y fontaneros polacos o rumanos, a quienes recogen la fresa en los campos, conducen Ubers o camiones grandes. Bye bye a todos ellos.
En su lugar, el nuevo gobierno británico quiere científicos, banqueros y personal altamente cualificado en física, matemáticas, química, medicina e inteligencia artificial, a quienes sean capaces de diseñar los algoritmos que dirigirán el mundo –más de lo que ya lo hacen ahora– cuando la automatización sea una realidad y los robots (que salvo que se rebelen no presentarán demandas salariales ni reclamaciones laborales) hagan la mayoría de trabajos que ahora dan de comer a los hombres y mujeres.
El plan, inspirado en el llamado modelo australiano, satisface a los partidarios del Brexit, porque “recupera la soberanía” y el “control de las fronteras” –promesas clave de Boris Johnson– y va dirigido a reducir la cantidad de inmigrantes que entran en el país, para que los trabajos poco cualificados los hagan aquellos ingleses que se quejan de que los extranjeros se los quitan. Aunque con un índice de paro del 3,8%, que prácticamente significa el pleno empleo, no está claro de dónde va a salir la mano de obra que reemplace a los españoles que sirven cafés en los Starbucks, a las lituanas que cuidan de los niños de las familias acomodadas, y a los búlgaros que levantan andamios en barrios como Chelsea o Hampstead.
En cambio, la patronal y la mayoría de empresas del sector servicios y de la manufactura han puesto el grito en el cielo, conscientes de que sus costes van a aumentar de manera significativa al tener que prescindir de los trabajadores baratos de la
UE que venían a ganarse unos cuartos o a aprender inglés un par de años y luego se volvían a casa. Las cadenas de suministros se van a ver afectadas, podría haber escasez de alimentos en los supermercados, los precios aumentarán, y en algunos casos puede haber cierres y la pérdida de empleos. El Gobierno les ha dicho que se fastidien y se adapten a las nuevas circunstancias del Brexit, que es lo que la gente ha votado y en eso consiste la democracia, aunque no la economía.
¿Van a aceptar trabajos precarios y mal pagados los británicos acostumbrados a tener una vivienda subvencionada, vivir del paro (que pagan en parte los forasteros) y quejarse
REQUISITO BÁSICO Quienes vengan a partir del 2021 van a necesitar un trabajo que pague 26.000 euros
OTRAS EXIGENCIAS Tendrán facilidades si hablan inglés, tienen un título universitario y cualificación alta
MODELO ECONÓMICO Johnson quiere un plan más productivo que emplee a británicos y pague sueldos altos
CONSECUENCIAS Numerosos sectores temen que va a causar el cierre de empresas y el aumento de la inflación
amargamente a las doce del mediodía con un par de pintas de cerveza en el pub de que los inmigrantes les quitan el pan, saturan escuelas y hospitales, y hablan entre ellos en idiomas que no entienden? Los sectores del turismo, la hostelería, la agricultura, el transporte, el almacenamiento de suministros, la medicina y la construcción piensan que no. Al fin y al cabo, la mayoría de enfermeras de los hospitales y de personas que atienden a ancianos son extranjeras, al igual que un 13% de los camioneros y operadores de grúas, un 65% de quienes trabajan en plantas de procesamiento, numerosos camareros y pescadores, y casi la totalidad de personas que limpian casas y oficinas, o recogen la fresa. La cadena de restaurantes de comida rápida Pret a Manger dice que sólo un 10% de los currículos que recibe son de británicos.
Aparte de cumplir su promesa de acabar con la libertad de movimientos y tener el grifo de quiénes entran en el país, el objetivo de Johnson es transformar el modelo de la economía británica, que es de salarios mínimos, muy baja productividad e inversión en tecnología, y hacer que los empresarios dejen de depender de la mano de obra procedente de la UE. Para ello, el nuevo plan va a exigir una oferta de trabajo concreta con un salario anual de por lo menos 26.000 euros, y alta cualificación. Los europeos, contra quienes va dirigida la estrategia, han empezado a irse a miles. Que el último en irse cierre la puerta y apague la luz.