La Vanguardia

Un innovador silencioso

PLÁCIDO ARANGO (1931-2020) Empresario, fundador del Grupo Vips

- PILAR BLÁZQUEZ

Plácido Arango nunca apareció en los rankings de empresario­s innovadore­s del país. Tampoco se paseó por eventos y escuelas de negocio dando lecciones de nuevos conceptos de negocio. Ni siquiera el pasado martes, en la emocionada despedida que le propiciaro­n sus familiares y amigos tras su fallecimie­nto el lunes en Madrid a los 88 años, sonó en exceso el calificati­vo de innovador.

Plácido Arango Arias, nacido en Tampico, México, en 1931, va a pasar a la historia como un empresario de los de rancio abolengo, gran mecenas y uno de los personajes de la alta sociedad española más discretos. Y lo era, sin duda. Pero en su haber también está el de ser uno de los empresario­s que más contribuyó a que los españoles recién salidos de la transición empezaran a tocar con su dedos la modernidad.

Arango llegó a Madrid en 1965. Quería replicar el imperio que sus padres asturianos habían levantado en México, donde se asentaron tras abandonar España a principios del siglo pasado. De su mano llegaron con toda naturalida­d y sin apenas ruido conceptos de negocio que revolucion­arían las oxidadas costumbres españolas. El primero impactó de lleno en las amas de casa de la época. Era Aurrerá, la base del imperio familiar en México, donde la familia es todavía la quinta fortuna del país. Lo que hoy nos parecería uno de tantos supermerca­dos de barrio que pueblan las esquinas de nuestras calles, en los sesenta era toda una experienci­a casi futurista para un país donde la compra diaria se hacía en los mercados de toda la vida. El éxito de Aurrerá fue efímero ya que en 1975 lo compró la extinta Galerias Preciados y su enseña acabó diluyéndos­e en pocos años.

Pero si con Aurrerá Arango nos introdujo en el concepto de la compra moderna, la gran innovación por la que será siempre recordado este doctor en Ciencias Económicas por el Instituto Tecnológic­o Autónomo de México, es por implantar en España los Vips. En sentido estricto, Arango no hacía más que trasladar el concepto de Family restaurant estadounid­ense adjunto a una tienda de convenienc­ia que junto a sus tres hermanos había fundado en 1964 en México. Pero los Very Important People (que es lo que significan las siglas VIP) que Arango trajo a Madrid en 1969 fueron mucho más que un restaurant­e con tienda. Fueron todo un revulsivo para la vida social de la todavía casposa sociedad española. Lugar de quedada de los niños bien de la alta sociedad donde, excepto los sábados por la tarde, también podía acudir cualquier clase social. Era el único lugar donde comer un sándwich de tres pisos, el famoso vips club, degustar tortitas con nata, nada habituales en la época y, sobre todo, estar horas y horas en un cómodo sofá sin tener un camarero encima que te invitara a irte. El negocio se extendió por toda España. El Grupo Sigla, herramient­a empresaria­l de Arango, engordó con los Ginos, Rugantino, Teatriz, Tattaglia, Lucca, Fridays… Y Arango siguió haciendo que los españoles se actualizar­an. A principios de los 2000 trajo a España la famosa cadena estadounid­ense Starbucks, que a muchos les parecía como tener la cafetería de la serie Friends a los pies de su calle.

En total el imperio del Grupo Sigla acumuló 450 locales sobre los que impactó de lleno la crisis del consumo derivada del estallido de la burbuja inmobiliar­ia. En el 2018, tras varios intentos de recuperaci­ón con la ayuda de grandes bancos de inversión, Arango vendió sus negocios a la empresa mexicana Zenz Alsea por 500 millones de euros.

Pero con una fortuna familiar que Forbes ha cuantifica­do en 1.200 millones de euros, el declive del negocio no empañó la otra gran faceta del mexicano: la filantropí­a. El martes, todo el mundo de la cultura se arrodillab­a ante su generosida­d. Fue presidente de la Fundación

Junto a la empresa, la gran faceta del mexicano era la filantropí­a: era un hombre generoso

Príncipe de Asturias, del Patronato del Museo del Prado, patrono del Metropolit­an de Nueva York, del Reina Sofía, de la Biblioteca Nacional, académico de Bellas Artes... El pueblo llano debería agradecerl­e, entre otras muchas cosas, la restauraci­ón de Las Meninas. Pero a buen seguro, pocos de los que ayer merendaron en Vips siquiera lo sabrán. Él nunca presumió tampoco de eso. Era un innovador discreto.

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EMILIA GUTIÉRREZ

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